EL ASEDIO DE NUMANCIA.

 El nombre de Numancia todavía hoy resuena como un canto épico a la libertad. Esta pequeña ciudad celtíbera, escondida en las tierras altas del interior de Hispania, desafió durante años al poderosísimo Imperio Romano, hasta su caída final en el 133 a.C. Su historia, tejida entre la resistencia, el coraje y la tragedia, no solo marcó el fin de una era de independencia en la Península Ibérica, sino que dejó un legado eterno en la memoria cultural de España y del mundo.

¿DÓNDE ESTABA NUMANCIA Y POR QUÉ ERA TAN IMPORTANTE?

Numancia se alzaba sobre una meseta a orillas del río Duero, en la actual provincia de Soria, Castilla y León. Protegida naturalmente por su terreno accidentado, la ciudad era una auténtica fortaleza natural.

Sin embargo, su importancia no radicaba únicamente en su ubicación estratégica. Numancia representaba para Roma algo mucho más inquietante: la indómita voluntad de los pueblos celtíberos, la negativa obstinada a someterse, el espíritu rebelde que ningún ejército parecía capaz de doblegar.



TERRITOPRIOS ROMANOS SIGLO II A.C.
UBICACIÓN DE NUMANCIA.




ROMA Y LA GUERRA CONTRA LOS CELTÍBEROS

La conquista de Hispania no fue un paseo para las legiones romanas. Durante décadas, los enfrentamientos con los celtíberos se convirtieron en una guerra de desgaste. Los pueblos del interior, fieramente independientes, ofrecían una resistencia que pocos en Roma esperaban.

Las derrotas, los pactos rotos y las constantes emboscadas empujaron al Senado a tomar una decisión radical: enviar a Publio Cornelio Escipión Emiliano, el general que había destruido Cartago, para poner fin de una vez por todas al problema numantino.

EL INICIO DEL ASEDIO DE NUMANCIA

En el año 134 a.C., Escipión desembarcó en Hispania decidido a aplicar una estrategia implacable. Aprendiendo de los errores de otros generales, descartó cualquier intento de asalto directo. Numancia debía caer, pero no por la fuerza de las armas, sino por la asfixia total.

El plan era sencillo y brutal: rodear completamente la ciudad, construir un anillo de murallas, torres y fosos, y dejar que el hambre hiciera el trabajo que las espadas no podían lograr.

Más de 9 kilómetros de fortificaciones aislaron a Numancia del mundo exterior. Un asedio despiadado y calculado, una condena lenta que puso a prueba la resistencia de sus habitantes.


FORTIFICACIONES DE ASEDIO EN NUMANCIA.
SITIO DE NUMANCIA.


HAMBRE, RESISTENCIA Y HEROÍSMO

Dentro de Numancia, la situación se deterioró rápidamente. Sin alimentos ni refuerzos, los numantinos lucharon por sobrevivir. Los relatos antiguos hablan de una ciudad consumida por el hambre, donde las pieles hervidas, las raíces y, según algunas fuentes, el canibalismo, se convirtieron en recursos de última desesperación.

Pese a las condiciones inhumanas, la ciudad no se rindió. Cada día de resistencia era una bofetada al orgullo de Roma. Cada noche bajo las estrellas era un acto de desafío silencioso.

¿REALMENTE HUBO UN SUICIDIO COLECTIVO EN NUMANCIA?

La imagen más poderosa que nos ha llegado es la del suicidio colectivo de los numantinos. Según Apiano de Alejandría, cuando la caída fue inevitable, muchos optaron por matarse, quemar sus casas y destruir todo lo que pudieran antes de ser capturados.


SUICIDIO DE LOS NUMANTINOS.



Sin embargo, esta versión heroica ha sido puesta en duda. Los historiadores modernos señalan que no existen pruebas arqueológicas concluyentes de un suicidio masivo. Lo más probable es que ocurrieran suicidios individuales, actos de desesperación extrema más que una acción coordinada de toda la comunidad.

¿Exageración literaria? ¿Propaganda romana? Quizá. Pero lo que no se puede negar es que el relato del suicidio reforzó la leyenda de Numancia como un símbolo de resistencia absoluta.

LA CAÍDA Y DESTRUCCIÓN DE NUMANCIA

En el 133 a.C., tras más de un año de asedio, Numancia sucumbió. Escipión ordenó su destrucción sistemática: sus murallas fueron arrasadas, sus viviendas quemadas y los escasos supervivientes reducidos a esclavitud.

La ciudad desapareció del mapa durante siglos. Pero su espíritu nunca murió.

EL LEGADO ETERNO DE NUMANCIA

Numancia no solo resistió en su tiempo, sino que renació como mito. Durante el Renacimiento y el Siglo de Oro, su historia fue recuperada como ejemplo de valor, honor y amor por la libertad. Autores como Miguel de Cervantes le dedicaron obras inmortales, como su tragedia El cerco de Numancia.

Hoy, las ruinas de Numancia son un lugar de memoria viva. Allí, en aquellas piedras silenciosas, resuena todavía el eco de una lucha que, más allá de su final trágico, sigue inspirando a quienes creen que la dignidad de un pueblo no puede ser aplastada ni siquiera por el poder más grande de la Tierra.


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JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:


Apiano de Alejandría, Historia Romana (siglo II d.C.)

Schulten, Adolf, Numancia. La historia de una ciudad heroica (1914)



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