EL FORO ROMANO DE TARRACO.
En la antigua Tarraco, una de las ciudades más prósperas y relevantes de la Hispania romana, el foro constituyó el corazón mismo de la vida pública. En torno a él se desarrollaban las principales actividades políticas, religiosas, judiciales y comerciales, convirtiéndose en un reflejo material del poder de Roma y de la estructura jerárquica de su sociedad. Tarraco, elevada a la categoría de colonia hacia finales del siglo I a.C., no solo fue un importante puerto del Mediterráneo, sino también el centro administrativo de la provincia Hispania Citerior. Su foro, por tanto, no era una simple plaza cívica, sino la manifestación arquitectónica del orden romano y del dominio imperial sobre el territorio hispano.
El primer foro que se construyó en Tarraco corresponde al periodo republicano. Se trataba del foro colonial, levantado a finales del siglo I a.C., cuando la ciudad consolidó su estatuto como colonia romana. Este recinto fue concebido como el centro de la vida municipal, el espacio donde los magistrados locales gobernaban, donde el ordo decurionum —el consejo de notables— se reunía, y donde se desarrollaban los actos públicos más importantes de la comunidad. En él se encontraban la basilica, el aerarium o tesoro público, las tabernae donde los comerciantes ofrecían sus productos y el curia que servía de sede a la administración local. Era un espacio amplio, porticado y pavimentado con grandes losas de piedra, donde se mezclaban la solemnidad política con la actividad cotidiana.
A diferencia de otras ciudades del Imperio, el foro colonial de Tarraco estaba tan perfectamente integrado en la trama urbana, articulado por el cardo y el decumanus, que resultaba prácticamente inmodificable. Esta circunstancia explica un hecho singular: a lo largo de los siglos, los sucesivos complejos monumentales no se construyeron sobre él, sino que se adosaron progresivamente, formando una secuencia urbana escalonada que simbolizaba, de manera visual y arquitectónica, la jerarquía del poder romano.
Durante el siglo I d.C., bajo la reorganización política del Imperio y con la consolidación de Tarraco como sede del conventus iuridicus, la ciudad necesitó nuevos espacios que reflejaran su papel administrativo. Surgió así el segundo gran conjunto monumental: el foro provincial o administrativo. Este foro se edificó junto al foro colonial, en una cota superior de la colina, y se integró a él mediante rampas y escalinatas, respetando el trazado original. No reemplazaba al primero, sino que lo complementaba, ofreciendo una nueva dimensión institucional a la vida de la ciudad. Aquí se concentraban las oficinas y dependencias del gobierno provincial, los espacios judiciales y las áreas de representación del poder imperial. La magnitud del proyecto era extraordinaria, con una vasta plaza porticada, amplios edificios de reunión y estructuras monumentales que expresaban el rango político de Tarraco dentro del Imperio.
El crecimiento urbano y la consolidación del culto imperial llevaron, ya en la parte final del siglo I y comienzos del II d.C., a la construcción del tercer y más impresionante de los recintos: el foro del culto imperial. Este foro se situó en la parte más alta del conjunto urbano, sobre una plataforma artificial que dominaba toda la ciudad y el mar. Desde su posición elevada, simbolizaba la supremacía de Roma y la divinización del emperador, verdadero eje ideológico del Estado romano. En su centro se erigía un majestuoso templo dedicado al emperador Augusto, rodeado de pórticos columnados, patios ceremoniales y edificios dedicados a la administración del culto. Era un espacio destinado a la veneración y a las ceremonias públicas que exaltaban la unidad del Imperio bajo la figura sagrada del soberano.
Los tres foros de Tarraco —colonial, provincial y del culto imperial— no se superpusieron, sino que se adosaron sucesivamente, formando un conjunto escalonado que ascendía desde el nivel cívico y municipal hasta el sagrado y divino. Esta disposición, más que una simple solución arquitectónica, respondía a un programa ideológico cuidadosamente diseñado. En la base, el foro colonial representaba la vida ciudadana y las instituciones locales; en el nivel intermedio, el foro provincial reflejaba el gobierno y la administración imperial; y en la cima, el foro del culto imperial materializaba la divinización del emperador y la subordinación de la ciudad al poder de Roma. Era una auténtica topografía del poder, donde cada nivel simbolizaba una esfera distinta de la autoridad romana.
Con la decadencia del Imperio, el abandono de las estructuras políticas tradicionales y la transformación del tejido urbano en los siglos IV y V, los foros de Tarraco fueron perdiendo su función original. Muchos de sus materiales fueron reutilizados en nuevas construcciones, y el recuerdo de su esplendor se fue diluyendo con el tiempo. Sin embargo, bajo la moderna Tarragona, sus restos permanecieron como un testimonio silencioso de la grandeza de la ciudad romana.
Las excavaciones arqueológicas del siglo XX y XXI han permitido reconstruir con notable precisión la secuencia de los tres foros y comprender la lógica que guió su desarrollo urbano. Los restos de muros, pórticos, escalinatas y esculturas imperiales muestran hasta qué punto Tarraco fue una ciudad planificada con una clara intención simbólica. En el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona se conservan fragmentos arquitectónicos, inscripciones y estatuas procedentes de estos recintos, que hoy nos permiten apreciar la magnificencia de su conjunto.
El Foro Romano de Tarraco constituye, sin duda, uno de los testimonios más impresionantes del urbanismo imperial en Occidente. A través de él puede seguirse la evolución de una ciudad que pasó de ser una colonia republicana a capital provincial y centro del culto imperial, sin perder su identidad cívica. Su disposición en terrazas, su monumentalidad y su permanencia en la memoria histórica hacen de Tarraco un espejo fiel de Roma en Hispania, una ciudad que supo traducir en piedra el poder, la religión y la grandeza de un imperio que modeló el mundo antiguo.
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Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Utebo, contando con 17 de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
Macias Solé, Josep Maria Tarraco, ciudad y territorio en la Hispania romana.
Dupré i Raventós, Xavier El foro provincial de Tarraco y el culto imperial en Hispania.
Keay, Simon Roman Tarragona: Urban Development and Provincial Identity
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