LA COLONIA FENICIA DE SEXI.




En el extremo meridional de la península ibérica, allí donde el sol parece encender el mar, los fenicios fundaron hace casi tres mil años una de sus colonias más prósperas y duraderas: Sexi, la actual Almuñécar, en la costa de Granada. Mucho antes de que las legiones romanas marcharan sobre Hispania, antes incluso de que Tartessos se desvaneciera en el mito, los comerciantes venidos de Oriente ya surcaban las aguas andaluzas con sus naves cargadas de cerámicas, tejidos, metales y sueños de expansión.

Los fenicios procedían de las ciudades de Tiro, Sidón y Biblos, enclaves costeros del actual Líbano que habían hecho del mar su camino y de la astucia comercial su mayor arma. En torno al siglo VIII antes de Cristo comenzaron a establecer puntos de apoyo a lo largo de las costas mediterráneas con el objetivo de controlar las rutas de intercambio y acceder a los recursos naturales de Occidente. Hispania, rica en metales, sal y productos agrícolas, era un destino irresistible. Así nació Sexi, fundada sobre una loma que dominaba el mar y protegida por colinas fértiles que aseguraban sustento y abrigo.




La ubicación de Sexi fue un acierto estratégico. Su bahía natural ofrecía un puerto seguro, sus aguas eran ricas en pesca y el entorno inmediato permitía el desarrollo de industrias complementarias. Muy pronto, la colonia se convirtió en un centro de comercio marítimo, conectado con Gadir (Cádiz), Malaka (Málaga) y Abdera (Adra), formando una red de enclaves fenicios que sostenían el flujo de mercancías entre el Mediterráneo oriental y el Atlántico. Desde estas factorías costeras partían cargamentos de metales de Sierra Nevada, salazones, vino y aceite, mientras llegaban cerámicas finas, tejidos teñidos de púrpura, objetos de lujo y amuletos orientales.

Pero Sexi no fue solo un mercado de bienes: fue un cruce de civilizaciones. En sus calles convivían comerciantes fenicios, artesanos íberos y gentes del interior que acudían atraídas por la prosperidad del puerto. De este contacto nació una cultura híbrida, donde los elementos orientales se mezclaron con las tradiciones autóctonas. Los íberos aprendieron el arte de la escritura alfabética, adoptaron nuevos estilos de cerámica y comenzaron a rendir culto a divinidades fenicias como Melqart, Astarté o Baal, cuyos templos se alzaban frente al mar. La religión, como el comercio, fue un vehículo de fusión y entendimiento.

El mar era el corazón de Sexi. Cada amanecer, los barcos partían de su puerto rumbo a otros enclaves de la costa, llevando consigo no solo mercancías, sino también la influencia cultural de Oriente. Los fenicios dominaron el arte de conservar el pescado mediante salazones, técnica que perfeccionaron hasta convertirla en una de las industrias más rentables del Mediterráneo. De las factorías de Sexi salía el preciado garum, una salsa elaborada con vísceras de pescado que los romanos siglos más tarde convertirían en un producto de lujo. También se explotaba el tinte púrpura extraído de los moluscos murex, símbolo de poder y riqueza en las cortes del antiguo mundo.


Fábrica de salazón de Sexi.


Con el paso del tiempo, la decadencia de las ciudades madre del Levante llevó a las colonias fenicias de Hispania a caer bajo el control de Cartago, heredera directa de Tiro. Bajo dominio cartaginés, Sexi mantuvo su importancia como puerto y centro pesquero, aunque se integró en un sistema más militarizado, orientado al control del comercio y a la expansión púnica. Durante las Guerras Púnicas, el territorio granadino fue escenario indirecto de los enfrentamientos entre Roma y Cartago, y Sexi quedó finalmente incorporada al mundo romano tras la victoria de Escipión el Africano.

Los romanos supieron reconocer el valor estratégico y económico de la ciudad. Le otorgaron el título de Sexi Firmum Iulium, consolidándola como municipio romano dentro de la provincia de la Bética. Lejos de destruir su legado fenicio, Roma aprovechó su estructura urbana y su economía, potenciando las fábricas de salazones y el comercio marítimo. Durante siglos, Sexi prosperó bajo la paz romana, exportando garum y otros productos por todo el Imperio. Su nombre aparecía grabado en las ánforas que partían hacia Roma, Marsella o Cartago Nova, como un sello de calidad y tradición.

El legado arqueológico de Sexi sigue vivo en Almuñécar. Las excavaciones han revelado restos de murallas fenicias, templos, talleres, mosaicos y necrópolis que muestran la continuidad de la ciudad desde su fundación hasta la Antigüedad tardía. Uno de los hallazgos más notables es el columbario de La Albina, un conjunto funerario romano donde aún se percibe la huella de aquel pasado oriental que nunca desapareció del todo. También se han encontrado ánforas con inscripciones fenicias, objetos votivos dedicados a Melqart y restos de las antiguas fábricas de garum que dieron fama a la ciudad.

El recuerdo de Sexi está íntimamente ligado al espíritu del mar. Su historia es la de una frontera abierta, de un lugar donde Oriente y Occidente se encontraron no en la guerra, sino en el intercambio. Fue una ciudad de navegantes, comerciantes y artesanos, donde la riqueza no provenía del dominio militar sino del ingenio, la técnica y la voluntad de conectar mundos. Su nombre, que hoy sobrevive apenas en las crónicas y las piedras, representa la vocación universal del Mediterráneo antiguo: una civilización tejida por el comercio y la curiosidad.

Caminar por las calles de Almuñécar es, en cierto modo, recorrer la sombra de Sexi. Cada rincón guarda un eco de su pasado fenicio, cada piedra conserva un susurro del Levante. Allí, donde las olas rompen contra las rocas y el aire huele a sal, aún parece flotar la memoria de los primeros marinos que trajeron a Hispania el viento del Oriente.


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EL ÚLTIMO ROMANO. 


JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Utebo, contando con más de 17 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:


Historia Antigua del Proximo Oriente y Egipto. Jasvier Cabrero Piquero y Federico Lara Peinado. Uned 2021.

Aubet, M. E., Los fenicios y el Atlántico. Editorial Bellaterra, 2009.


Fernández Jurado, J., Fenicios y tartesios en Andalucía. Ediciones Akal, 1995.

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