LA BATALLA DE LAS ISLAS FORMIGUES.

 En el año 1285 el Mediterráneo volvió a ser escenario de un episodio decisivo para el destino de la Corona de Aragón. Frente a las pequeñas islas Formigues, cerca de Palamós, una escuadra aragonesa al mando del célebre almirante Roger de Lauria derrotó de manera aplastante a la flota francesa. Aquella victoria naval no fue solo un triunfo militar, sino el desenlace de una cruzada que había puesto en jaque la independencia y la existencia misma del reino.




El origen del conflicto se hallaba en los sucesos de las Vísperas Sicilianas de 1282. Tras la rebelión del pueblo siciliano contra el dominio francés de la casa de Anjou, el trono de Sicilia fue ofrecido a Pedro III de Aragón, casado con Constanza de Sicilia, heredera de los Hohenstaufen. Con la ocupación de la isla, Pedro arrebató el reino al protegido del papa, Carlos de Anjou, lo que desató la furia del pontífice Martín IV, de clara inclinación francesa. El papa respondió con la excomunión de Pedro y la declaración de una Cruzada contra la Corona de Aragón, en la que proclamó como nuevo rey a Felipe de Francia, hijo de Felipe III el Atrevido. Se trataba de un intento directo de destruir la independencia aragonesa y extender la hegemonía de Francia en la Península y en el Mediterráneo.

Durante el verano de 1285, Felipe III cruzó los Pirineos al frente de un poderoso ejército estimado en unos 40.000 hombres, entre caballeros franceses, contingentes papales, infantería gascona y tropas de apoyo genovesas. Su avance fue rápido y devastador: Roses, Peralada y Girona cayeron tras duros asedios, y buena parte del norte de Cataluña quedó temporalmente bajo dominio invasor. Sin embargo, la resistencia local y el hostigamiento constante de las fuerzas aragonesas complicaban el suministro del ejército cruzado.




Mientras tanto, una flota francesa de unas treinta galeras se desplazaba por la costa catalana con la misión de cortar las comunicaciones marítimas y bloquear los refuerzos provenientes de Valencia y Sicilia. Al frente de la defensa naval se hallaba Roger de Lauria, veterano marino y uno de los más brillantes estrategas de su tiempo, al mando de unas cuarenta galeras aragonesas. Conocedor de las corrientes, de los vientos y de los hábitos enemigos, Lauria decidió lanzar un ataque nocturno por sorpresa frente a las islas Formigues, un conjunto de pequeños islotes rocosos que emergen frente a Palamós.

Las batallas navales del siglo XIII eran combates brutales y cercanos, donde el abordaje sustituía al fuego a distancia. Las galeras, largas y bajas, se alineaban en formación y se lanzaban contra el enemigo buscando embestir con el espolón de proa o aproximarse lo suficiente para permitir el combate cuerpo a cuerpo. En cubierta, los soldados —muchos de ellos almogávares y ballesteros aragoneses— luchaban con espadas, lanzas y garfios, mientras los marineros maniobraban para mantener el equilibrio y evitar que las naves quedaran expuestas al costado enemigo. En este contexto, la velocidad, la coordinación y la sorpresa resultaban decisivas, y Roger de Lauria era un maestro en aprovechar cada una de ellas.

Aprovechando la oscuridad y la confianza del enemigo, Lauria atacó de noche. Las galeras aragonesas se deslizaron en silencio sobre el mar y cayeron sobre los franceses mientras estos dormían fondeados. La confusión fue total: las naves francesas intentaron romper el cerco, pero el caos y el pánico se apoderaron de la flota. En pocas horas, más de veinte galeras francesas fueron hundidas o capturadas, y el mar frente a Formigues quedó cubierto de restos y cuerpos. Fue una masacre.

La derrota naval fue catastrófica para los invasores. Sin abastecimiento por mar, el ejército francés en Cataluña quedó aislado, mientras las enfermedades —especialmente la peste y la disentería— empezaban a diezmar sus filas. Los aragoneses, que habían resistido en Girona, contraatacaron aprovechando la debilidad del enemigo. Felipe III, enfermo y derrotado, emprendió la retirada hacia el norte. Durante la penosa marcha de regreso, sus tropas fueron hostigadas por los catalanes, y el propio rey murió poco después en Perpiñán, el 5 de octubre de 1285.




La Cruzada contra Aragón terminó en fracaso absoluto. Ni el papa ni Francia lograron imponer su autoridad, y la Corona de Aragón emergió más fuerte y respetada que nunca. El control del Mediterráneo volvió a manos aragonesas, y Roger de Lauria fue consagrado como uno de los más grandes almirantes medievales, símbolo del poder marítimo de un reino que comenzaba a proyectar su influencia desde Sicilia hasta Grecia.

La batalla de las islas Formigues fue, en esencia, una demostración de cómo la inteligencia y el conocimiento del mar podían imponerse a la superioridad numérica. Bajo el estandarte de Aragón, la noche y las olas se convirtieron en aliadas. Y aquella victoria, surgida de la oscuridad, marcó el principio del fin de la ambición francesa en la península.




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JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.



Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con 16 de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:

Crònica de Ramon Muntaner, ed. Ferran Soldevila, Barcelona, 1979.

Crónica del rey don Pedro de Aragón y de sus antecesores pasados, de Jerónimo Zurita, Zaragoza, 1562.

Crònica de Bernat Desclot, ed. Marina Gustà, Barcelona, 1981.

Anales de la Corona de Aragón, de Jerónimo Zurita, edición moderna por Ángel Canellas López, Zaragoza, 1986.

Bibliografía moderna:

Ferrer Mallol, M.ª Teresa, La Corona de Aragón y el Mediterráneo en la época de Pedro el Grande, Barcelona, CSIC, 1998.

Hillgarth, J. N., The Spanish Kingdoms, 1250–1516. Vol. I: 1250–1410, Oxford, 1976.

Runciman, Steven, The Sicilian Vespers: A History of the Mediterranean World in the Later Thirteenth Century, Cambridge University Press, 1958.

Rubio Vela, Agustín, Guerra y política en la Corona de Aragón (siglos XIII-XIV), Valencia, 2007.

Echevarría, Ana, Las cruzadas contra la Corona de Aragón, Madrid, 2012.

Pistarino, Geo, Roger de Llúria e la potenza aragonese nel Mediterraneo, Génova, 1973.

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