LA BATALLA DE GAUGAMELA.

 El 1 de octubre del año 331 a.C. se libró en las llanuras de Asiria uno de los combates más trascendentales de la Antigüedad: la batalla de Gaugamela, donde el joven rey macedonio Alejandro Magno derrotó de forma definitiva al Gran Rey Darío III, sellando el destino del Imperio persa aqueménida y abriendo el camino para la expansión del helenismo en Asia.




EL CONTEXTO PREVIO

Alejandro ya había demostrado su genio militar en campañas anteriores. Tras la victoria en Granico (334 a.C.) y especialmente en Issos (333 a.C.), el macedonio consolidó su dominio sobre Asia Menor y Siria. El asedio de Tiro en 332 a.C., la conquista de Gaza y su entrada triunfal en Egipto, donde fue proclamado faraón y fundó Alejandría, reforzaron su prestigio. Sin embargo, el enemigo principal seguía intacto: Darío III aún gobernaba desde el corazón de Mesopotamia y había reunido un ejército inmenso para un enfrentamiento decisivo.

La elección del terreno fue clave. Darío seleccionó una llanura cercana al río Bumodos, en las cercanías de la aldea de Gaugamela. Allí mandó allanar el terreno para facilitar el despliegue de sus carros de guadañas y de su caballería pesada, confiando en que la superioridad numérica decidiría la contienda. Los relatos antiguos hablan de un ejército persa que podría haber superado los 200.000 hombres, aunque las cifras exactas son inciertas. En contraste, Alejandro disponía de entre 40.000 y 50.000 soldados, entre infantería y caballería, pero su fuerza residía en la disciplina, la cohesión de la falange y su genio táctico.




Un episodio supersticioso precedió a la batalla: pocos días antes, un eclipse lunar fue interpretado como un presagio de desgracia para los persas. El adivino Aristandro de Telmeso, al servicio de Alejandro, vaticinó la victoria del macedonio, lo que reforzó la moral de sus tropas.

EL ORDEN DE BATALLA EN GAUGAMELA

Uno de los aspectos más fascinantes de Gaugamela es el contraste entre la inmensidad del ejército persa y la disciplina de las tropas macedonias. Aunque las cifras que ofrecen los autores antiguos (como Arriano, Plutarco o Curcio Rufo) suelen ser exageradas, lo cierto es que Darío superaba ampliamente en número a Alejandro.

EL EJÉRCITO PERSA

Darío III organizó su ejército con la intención de aprovechar la amplitud del terreno y la fuerza de su caballería.

  • Número total estimado: entre 100.000 y 200.000 hombres (las fuentes más antiguas hablan de hasta un millón, pero es inverosímil).

  • Infantería: tropas persas regulares, junto con contingentes de arqueros, honderos y soldados de distintas regiones del Imperio, desde bactrianos hasta indios.

  • Caballería: era la fuerza principal, con contingentes de caballería bactriana, escitas y medos, muchos de ellos armados con lanzas largas y capaces de envolver al enemigo.

  • Carros de guadañas: unos 200, equipados con cuchillas en los ejes de las ruedas, destinados a romper la falange macedonia.

  • Elefantes de guerra: según las crónicas, Darío llevó una quincena de elefantes, aunque su papel en la batalla fue limitado.

  • Posición de Darío: en el centro, montado en un carro regio, rodeado de su guardia personal de los "Inmortales".

El despliegue persa buscaba rodear al ejército macedonio y aplastarlo por pura superioridad numérica.

EL EJÉRCITO MACEDONIO

Alejandro, en cambio, disponía de un ejército mucho más reducido, pero cohesionado y entrenado bajo el modelo creado por su padre, Filipo II.

  • Número total: entre 40.000 y 50.000 hombres.

  • Infantería pesada: la falange macedonia, compuesta por unos 12.000 hombres armados con la sarisa, una lanza de más de 5 metros que ofrecía una barrera casi impenetrable.

  • Infantería ligera: peltastas, arqueros cretenses y honderos, especializados en hostigar al enemigo y neutralizar amenazas como los carros de guadañas.

  • Caballería de los Compañeros (Hetairoi): unos 2.000 jinetes de élite, que acompañaban a Alejandro en el ala derecha y constituían la fuerza de choque decisiva.

  • Caballería tesalia: desplegada en el ala izquierda, bajo el mando de Parmenión, con gran disciplina y experiencia.

  • Hipaspistas: unos 3.000 infantes de élite, situados entre la falange y la caballería, que servían como fuerza flexible para apoyar donde fuera necesario.

  • Guardia personal de Alejandro: la caballería real macedonia, que formaba el núcleo de la carga decisiva.

El genio de Alejandro estuvo en aprovechar esta fuerza relativamente pequeña, pero mucho más cohesionada y maniobrable, frente a la gigantesca pero heterogénea masa persa.

EL DESARROLLO DE LA BATALLA

Al amanecer del 1 de octubre, Alejandro desplegó su ejército en formación oblicua, con la caballería en el ala derecha, dirigida por él mismo, y la falange en el centro bajo Parmenión. Su objetivo era atraer al ejército persa hacia un flanco y abrir una brecha en el centro enemigo.

Darío, situado en un carro en el centro de su línea, lanzó primero a sus carros de guadañas, diseñados para abrir huecos en la falange macedonia. Sin embargo, Alejandro ordenó abrir corredores entre sus filas, permitiendo que los carros pasaran para luego ser neutralizados por la infantería ligera. La amenaza quedó desactivada.

En ese momento, Alejandro inició una maniobra envolvente hacia la derecha, obligando a la caballería persa a extenderse y descubriendo el centro de su ejército. Aprovechando la brecha, cargó con su caballería de compañeros directamente contra la posición de Darío. El Gran Rey, sorprendido y en peligro, perdió los nervios y huyó del campo de batalla, provocando la desbandada de sus tropas.

Mientras tanto, Parmenión resistía en el ala izquierda los embates de la caballería persa y bactriana, sufriendo grandes dificultades. Pero la huida del propio Darío acabó por desmoralizar a todo el ejército aqueménida. La batalla se convirtió en una victoria total para Alejandro, con decenas de miles de bajas persas frente a unas pérdidas relativamente reducidas en el bando macedonio.




CONSECUENCIAS

La batalla de Gaugamela no fue simplemente una victoria militar: significó el derrumbe definitivo del poder aqueménida. Tras la huida de Darío, Alejandro entró triunfante en Babilonia, donde fue recibido como un libertador, y poco después en Susa y Persépolis, los grandes centros del Imperio persa.

Darío III sería asesinado un año más tarde por uno de sus sátrapas, Beso, dejando a Alejandro como único soberano de Asia. Desde entonces, el joven rey macedonio pasó de ser conquistador a heredero del Imperio persa, adoptando incluso algunos de sus símbolos y costumbres.

En términos históricos, Gaugamela fue la batalla que cambió el equilibrio de poder en el mundo antiguo. La victoria consolidó la figura de Alejandro como uno de los mayores genios militares de todos los tiempos y abrió el camino para la fusión cultural entre Grecia y Oriente, base de lo que hoy conocemos como helenismo.


JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 17 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:

HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II. EL MUNDO GRIEGO (2ª)
Autor/es: Fernández Uriel, Pilar. Editorial: U.N.E.D

Arriano, Anábasis de Alejandro.

Plutarco, Vidas paralelas: Alejandro

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