EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA.
En el corazón de Castilla se alza una de las maravillas más impresionantes del legado romano en Hispania, una construcción que durante siglos fue esencial para la vida de la ciudad y que todavía hoy fascina a todo aquel que se detiene a contemplarla. Se trata de una obra erigida hacia finales del siglo I o comienzos del II d.C., probablemente bajo el reinado de Domiciano, Nerva o Trajano, cuando Segovia era un asentamiento floreciente que necesitaba garantizar el abastecimiento de agua para sus habitantes, sus termas y sus edificios públicos.
La estructura sorprende por su monumentalidad y su sencillez a la vez. Está compuesta por enormes sillares de granito colocados con una precisión absoluta, sin argamasa ni ningún tipo de cemento que los una, sostenidos únicamente por la presión y el equilibrio de las fuerzas. En su tramo más espectacular, situado en la actual Plaza del Azoguejo, se levantan dos filas de arcos que alcanzan casi los treinta metros de altura, dando la impresión de una muralla de piedra que se abre hacia el cielo. A lo largo de la ciudad, el acueducto se extiende cerca de 800 metros, pero en total la conducción del agua desde la sierra de Guadarrama se prolongaba por unos 17 kilómetros.
El agua procedía de la fuente de la Fuenfría, en la sierra, y tras un complejo recorrido llegaba hasta Segovia. Los ingenieros romanos diseñaron canales, depósitos de decantación y tramos subterráneos que aseguraban la pureza del caudal. Una vez en la ciudad, el líquido vital alimentaba fuentes, termas y distintos edificios, transformando la vida urbana de la colonia y dotándola de las comodidades características del mundo romano. Esta infraestructura no solo resolvía una necesidad práctica, sino que además representaba el poder de Roma, capaz de transformar el entorno y mejorar la vida en sus provincias con obras de una magnificencia que desafiaban el tiempo.
El paso de los siglos no fue indiferente a la colosal construcción. Durante la Edad Media continuó siendo utilizada, aunque algunos de sus arcos fueron dañados en los conflictos bélicos que afectaron a Segovia, especialmente durante el ataque musulmán del siglo XI. Aun así, la población supo restaurar las partes dañadas, consciente de la importancia vital de aquella conducción. No fue hasta el siglo XIX cuando dejó de cumplir su función de abastecimiento, sustituido por sistemas modernos, pero nunca perdió su condición de símbolo urbano ni de orgullo colectivo.
Ya en época contemporánea, distintas campañas de restauración han permitido consolidar la estructura y protegerla del desgaste causado por el tiempo y por la contaminación. En 1985, su valor universal fue reconocido por la UNESCO al ser declarado Patrimonio de la Humanidad, situándolo junto a los monumentos más emblemáticos del legado romano en Europa. Hoy, con miles de visitantes que lo contemplan cada año, sigue siendo no solo un emblema de Segovia, sino también uno de los símbolos más poderosos de la huella de Roma en la península ibérica.
Contemplar sus arcos perfectamente alineados es una experiencia que invita a la reflexión sobre la grandeza de la civilización romana, capaz de unir la funcionalidad más práctica con una estética que todavía emociona. Su sola presencia recuerda que el Imperio no fue únicamente un proyecto militar y político, sino también una cultura que supo dejar obras eternas, testigos mudos de una época en la que Roma dominaba el mundo y hacía de la ingeniería un arte al servicio de la vida.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
Fernández-Galiano, D. (1984). El Acueducto de Segovia. Madrid: Ministerio de Cultura.Morales
Hervás, F. (2017). El legado romano en Hispania: ingeniería y urbanismo. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
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