LA NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA DE LENIN: UNA RETIRADA ESTRATÉGICA PARA SALVAR LA REVOLUCIÓN.
En 1921, apenas cuatro años después del triunfo de la Revolución Rusa, Vladímir Ilich Lenin sorprendió al mundo al anunciar un profundo cambio en el rumbo económico del nuevo Estado soviético. La Nueva Política Económica, más conocida como NEP, significó una renuncia parcial y temporal a los principios más radicales del comunismo, introduciendo elementos de mercado en una economía que hasta entonces había estado regida por la planificación estatal absoluta. Lejos de ser una claudicación ideológica, fue una maniobra calculada para preservar la supervivencia de la revolución bolchevique en un contexto de crisis extrema.
LA NEP. |
Un país al borde del colapso.
La situación de Rusia en 1921 era crítica. Tras la Revolución de Octubre de 1917 y la posterior retirada del país de la Primera Guerra Mundial, la joven república soviética se enfrentó a una devastadora guerra civil entre los bolcheviques (rojos) y una amalgama de fuerzas contrarrevolucionarias (blancos), apoyadas por potencias extranjeras. La economía quedó paralizada, los transportes colapsaron, y la producción agrícola e industrial cayó en picado.
Durante estos años, el régimen aplicó el llamado "comunismo de guerra", un sistema de control estatal total: las fábricas fueron nacionalizadas, se prohibió el comercio privado y los campesinos eran forzados a entregar sus cosechas al Estado sin compensación. Esta política, lejos de resolver los problemas, generó un descontento generalizado y una creciente resistencia, incluso dentro de sectores obreros y campesinos que habían apoyado inicialmente la revolución.
La hambruna de 1921, agravada por la sequía y la desorganización productiva, causó millones de muertos. En paralelo, estallaron rebeliones, como la revuelta de Kronstadt, protagonizada por marineros que habían sido uno de los pilares del poder bolchevique en 1917. Lenin comprendió que, si no se adoptaban medidas urgentes, la revolución se desmoronaría.
El viraje hacia la NEP.
Ante este escenario, el X Congreso del Partido Comunista Ruso (bolchevique), celebrado en marzo de 1921, aprobó un giro radical: la introducción de la Nueva Política Económica (NEP). El propio Lenin la definió como una "retirada estratégica", una concesión temporal al capitalismo dentro del socialismo, con el fin de reconstruir la economía nacional y consolidar el poder soviético.
Bajo la NEP, se mantuvo el control estatal sobre los "sectores estratégicos" —la gran industria, la banca, el transporte y el comercio exterior—, pero se relajaron las restricciones sobre la pequeña propiedad privada y el comercio. El intercambio voluntario reemplazó a las requisas forzosas, permitiendo a los campesinos vender el excedente de sus cosechas en el mercado. También se permitió la apertura de pequeños negocios, talleres y comercios, creando una nueva clase de empresarios conocida como los "nepman".
Se introdujo un nuevo impuesto en especie (que luego sería monetario), y se comenzó a estabilizar la moneda. El objetivo era reactivar la producción, fomentar la circulación de bienes y crear condiciones mínimas de vida para una población exhausta por años de conflicto y hambre.
Resultados: entre el alivio y la contradicción.
En poco tiempo, la NEP comenzó a mostrar resultados positivos. La producción agrícola se recuperó rápidamente gracias al incentivo del mercado. La industria, aunque con más lentitud, también comenzó a repuntar. En las ciudades, la vida económica recobró cierta normalidad. Los mercados volvieron a llenarse de productos, y el comercio floreció. A nivel interno, la NEP ayudó a frenar la agitación social y consolidó el control del Partido Comunista sobre el país.
Sin embargo, esta relativa prosperidad trajo consigo tensiones. La coexistencia de elementos capitalistas dentro de un sistema socialista generaba contradicciones ideológicas y económicas. Los "nepman", vistos por muchos comunistas como símbolos de la desigualdad y la corrupción, comenzaron a acumular riqueza en contraste con el proletariado urbano, que apenas recuperaba su nivel de vida. Surgió así lo que Trotski llamó la "crisis de las tijeras", en la que los precios de los productos agrícolas bajaban mientras los precios industriales subían, desincentivando el intercambio.
El fin de la NEP.
La muerte de Lenin en 1924 marcó el inicio del fin de la NEP. Aunque algunos líderes, como Bujarin, defendían su continuidad bajo el lema “enriquecéos”, Stalin acabó imponiendo una nueva línea. A finales de los años 20, el nuevo líder soviético abandonó la NEP e implantó una economía totalmente planificada y centralizada. A partir de 1928, con el Primer Plan Quinquenal, se impuso la colectivización forzosa del campo y la rápida industrialización, terminando con toda iniciativa privada.
La NEP fue oficialmente enterrada, pero su legado dejó una lección duradera: incluso los regímenes ideológicamente más rígidos a veces deben ceder a la realidad para sobrevivir.
Conclusión.
La Nueva Política Económica de Lenin no fue una traición al comunismo, sino una muestra de pragmatismo político y de comprensión profunda del momento histórico. Permitió al régimen soviético ganar tiempo, reconstruir la economía y consolidarse en el poder. Aunque fue solo un paréntesis breve, la NEP representó uno de los momentos más flexibles y creativos de la historia del socialismo en el siglo XX. Un recordatorio de que, en política, a veces hay que retroceder un paso para avanzar dos.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
Hipólito de la TORRE. (coord.), Alicia ALTED, Rosa PARDO, Ángel HERRERÍN, Juan Carlos JIMÉNEZ y Alejandro VALDIVIESO: Historia Contemporánea II (1914-1989), Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2019.
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