DRUSO EL MAYOR: EL GENERAL ROMANO QUE LLEVÓ LAS ÁGUILAS HASTA EL ELBA

 Nerón Claudio Druso, más conocido por la historia como Druso el Mayor, fue uno de los grandes nombres militares de la Roma augústea. Su vida breve pero intensa dejó una huella imborrable en la expansión del Imperio Romano hacia el norte, en una época en la que Germania era todavía un mundo hostil y misterioso para Roma. Soldado, conquistador y figura carismática, Druso personificó el ideal romano del “vir fortis” —el hombre fuerte—, entregado por completo a la gloria de su patria.


DRUSO EL MAYOR.


UN HOMBRE DE LA DINASTÍA JULIO-CLAUDIA

Druso nació en el año 38 a.C., poco después de que su madre, Livia Drusila, se casara con Cayo Octavio, el futuro emperador Augusto. Aunque técnicamente no era hijo del princeps, fue criado dentro del círculo imperial y estrechamente vinculado a la dinastía en ascenso. Su hermano mayor, Tiberio, terminaría convirtiéndose en emperador, pero sería Druso quien despertaría el entusiasmo popular y el aprecio del ejército, hasta el punto de eclipsar durante un tiempo a su propio hermano.

Educado con esmero en el arte de la guerra, Druso fue lanzado muy joven al escenario político y militar. Su primera gran responsabilidad le llegó como gobernador de la Galia Comata, donde demostró capacidad administrativa, pero sobre todo su olfato para la estrategia territorial. Desde allí, su mirada se volvió hacia Germania.

LA CONQUISTA DEL MÁS ALLÁ DEL RIN

Entre los años 12 y 9 a.C., Druso lideró una de las campañas más ambiciosas emprendidas por Roma en décadas: la expansión hacia el interior de Germania. Roma ya había establecido su frontera en el Rin, pero los pueblos al este del río —como los sicambrios, catos, tencteros, usípetes y bátavos— seguían siendo belicosos, indómitos y, en muchos casos, desconocidos para los romanos.

Druso cruzó el Rin por primera vez en el 12 a.C., con un ejército veterano compuesto por legiones romanas, auxiliares galos y unidades germánicas aliadas. Atacó a los sicambrios y los derrotó en una serie de escaramuzas que consolidaron su posición inicial. En los años siguientes, no solo se limitó a castigar a los enemigos más cercanos, sino que construyó un sistema de fortificaciones avanzadas y puentes de barcazas, que le permitieron lanzar campañas más profundas.

Una de sus hazañas más recordadas fue la construcción de un canal navegable entre el Rin y el Issel, facilitando el paso de la flota romana y asegurando el suministro a las tropas. Esta capacidad logística fue clave para su éxito.

En el año 11 a.C., Druso lanzó una ofensiva contra los frisones, tribu que habitaba el litoral del mar del Norte. Desde allí avanzó hacia los bátavos y catos, derrotándolos en una campaña rápida y contundente. En el 10 a.C., regresó al frente oriental para penetrar aún más allá: llegó hasta el Weser, un río cuya existencia ni siquiera era conocida por los geógrafos romanos. Allí, al borde de lo desconocido, construyó campamentos y obligó a los pueblos germánicos a retroceder.

LA ÚLTIMA CAMPAÑA: LA LLEGADA AL ELBA

Su momento cumbre llegó en el año 9 a.C. En una ofensiva final, Druso lideró a su ejército aún más al este, superando obstáculos naturales, hostilidades locales y la falta de rutas definidas. Finalmente, llegó hasta el río Elba, una frontera que ningún romano había alcanzado antes. Fue una proeza que muchos en Roma no creyeron al principio, y que colocó a Druso como candidato natural para futuras glorias.

Pero los dioses no le otorgaron más tiempo.

Durante el viaje de regreso, en circunstancias que aún no están del todo claras, Druso cayó de su caballo y se fracturó gravemente. Herido, fue transportado durante días hasta las cercanías del Rin. Allí, recibió la visita de su hermano Tiberio, que acudió con rapidez desde la Galia. Druso falleció poco después, a los 29 años, en una campaña que parecía a punto de abrir una nueva era de dominio romano más allá del Rin.


CAMPAÑAS DE DRUSO EL MAYOR.


UN HÉROE HONRADO POR ROMA

La muerte de Druso conmocionó a Roma. Fue sepultado con honores en el Mausoleo de Augusto, junto a los miembros más ilustres de la familia imperial. En su memoria, se erigieron monumentos, entre ellos el célebre “Tropaeum Drusi” en Mogontiacum (Maguncia), donde se había establecido su cuartel general. El ejército le rindió tributo, y muchos soldados veteranos conservaron su nombre con orgullo, como símbolo de la gloria alcanzada en las campañas germanas.

Su hijo, Claudio, que en su momento fue considerado débil e inútil para la política, jamás olvidó la memoria de su padre. Cuando alcanzó el trono en el año 41 d.C., se esforzó por resucitar el prestigio de Druso y continuó, en cierto modo, su legado, conquistando Britania.

EL LEGADO DE DRUSO

Druso el Mayor no solo fue un general victorioso. Representó un ideal: el de Roma como fuerza civilizadora, dispuesta a empujar los límites del mundo conocido. Su muerte truncó el proyecto romano de someter toda Germania, y apenas una década más tarde, Roma sufriría su mayor humillación en el bosque de Teutoburgo.

Pero el nombre de Druso quedó grabado en la historia. Fue el romano que soñó con llevar las águilas hasta el corazón de Europa, que fundó fortalezas en las orillas del Weser y que navegó por ríos de nombres bárbaros. Y aunque su estrella se apagó pronto, brilló con la intensidad de los héroes.

JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.



Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con 16 de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:

HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL II. EL MUNDO ROMANO (2ª)
Autor/es: Fernández Uriel, Pilar. Editorial: U.N.E.D.

Syme, Ronald. The Roman Revolution. Oxford University Press, 1939.

Wells, Peter S. The Battle that Stopped Rome: Emperor Augustus, Arminius, and the Slaughter of the Legions in the Teutoburg Forest. W. W. Norton & Company, 2003.

Hitocast 299.

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