LOS CINCO CALIFATOS QUE DOMINARON ESPAÑA: DE DAMASCO A MARRAKECH.
Cuando en el año 711 las tropas musulmanas cruzaron el Estrecho de Gibraltar e iniciaron la conquista de la península ibérica, no solo estaban estableciendo un nuevo dominio político, sino abriendo un largo capítulo de casi ocho siglos en los que el islam formaría parte inseparable de la historia de España. Durante ese tiempo, cinco grandes califatos influyeron o directamente gobernaron al-Ándalus, cada uno con características políticas, religiosas y culturales distintas. Lejos de ser un bloque monolítico, el islam peninsular fue testigo de cambios dinásticos, conflictos ideológicos y renovaciones políticas que marcaron profundamente la historia hispánica.
EL CALIFATO OMEYA DE DAMASCO Y LA PRIMERA ISLAMIZACIÓN DE LA PENÍNSULA
El primer califato con autoridad sobre al-Ándalus fue el Califato Omeya de Damasco. Aunque no ejerció un control directo, la conquista iniciada por Táriq ibn Ziyad y Musa ibn Nusair se realizó en nombre del califa omeya, quien desde Siria presidía el mundo islámico. En aquellos primeros años tras la victoria sobre los visigodos, al-Ándalus fue organizada como una provincia más del Califato, con gobernadores nombrados por el valí de Ifriqiya, subordinado a Damasco. Durante esta etapa, se consolidó la islamización de los territorios conquistados, aunque el dominio fue más militar que institucional.
La caída de la dinastía omeya en Oriente, tras la revolución abasí de 750, cambió radicalmente el panorama. Los nuevos amos del islam, los Abasíes, persiguieron con fiereza a la familia omeya, exterminando a casi todos sus miembros. Pero uno logró escapar: Abderramán ibn Mu'awiya, quien encontraría refugio en la lejana al-Ándalus.
CALIFATO OMEYA. |
LOS ABASÍES Y EL RETO DE SOMETER A OCCIDENTE DESDE BAGDAD
El ascenso del Califato Abasí, con capital en Bagdad, supuso una nueva visión del poder islámico: más teocrático, más centralizado y con una fuerte influencia persa en la administración. Los abasíes intentaron extender su control sobre los territorios occidentales del islam, pero encontraron un obstáculo inesperado: el ya mencionado Abderramán, miembro superviviente de la familia omeya.
Instalado en al-Ándalus, Abderramán I se proclamó Emir Independiente de Córdoba en el año 756. Aunque no asumió el título de califa, rompió toda obediencia formal al califa de Bagdad. A pesar de varios intentos abasíes por recuperar el control de la península —incluyendo desembarcos y conspiraciones—, los omeyas cordobeses consolidaron su dominio y establecieron una dinastía que duraría casi tres siglos. Los abasíes nunca lograron controlar al-Ándalus, aunque durante cierto tiempo mantuvieron influencia ideológica entre algunos musulmanes hispánicos.
CALIFATO ABASÍ EN EL 751. |
EL CALIFATO DE CÓRDOBA: LA EDAD DORADA DE AL-ANDALUS
En el año 929, Abderramán III, el octavo emir omeya de Córdoba, dio un paso trascendental: se proclamó Califa, desafiando tanto a los abasíes de Bagdad como a los fatimíes de Ifriqiya. Así nació el Califato de Córdoba, un estado plenamente independiente, con legitimidad religiosa y política propia, y con una capacidad de proyección internacional sin precedentes en el occidente islámico.
Durante este periodo, Córdoba se transformó en una de las ciudades más esplendorosas del mundo. Su universidad, su biblioteca, sus mezquitas y su vibrante vida intelectual atrajeron a sabios de todas partes. La corte omeya impulsó las ciencias, la medicina, la astronomía, la poesía y la filosofía. Figuras como Averroes, Maimónides y al-Zahrāwī vivieron o se formaron en ese entorno.
Políticamente, el Califato supo mantener la unidad de al-Ándalus frente a amenazas internas y externas, especialmente durante el gobierno de Almanzor, el poderoso hayib que dirigió numerosas campañas contra los reinos cristianos. Sin embargo, tras la muerte de Almanzor y de su hijo Abd al-Malik, el califato se hundió en el caos. Luchas dinásticas, crisis fiscales y rebeliones locales llevaron al colapso del poder central en 1031. El Califato fue abolido y al-Ándalus quedó fragmentado en decenas de taifas.
CALIFATO DE CÓRDOBA. |
EL CALIFATO ALMORÁVIDE: LA UNIFICACIÓN DESDE EL DESIERTO
La debilidad de los reinos de taifas frente al avance cristiano llevó a muchos a solicitar ayuda a las potencias del Magreb. Así llegaron los almorávides, una dinastía de origen bereber surgida en las tribus sanhaja del Sáhara. Bajo el liderazgo de Yusuf ibn Tashufin, los almorávides derrotaron a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (1086) y poco después tomaron el control de casi toda al-Ándalus, anexionándola a su imperio.
Aunque su centro de poder estaba en Marrakech, los almorávides establecieron una administración sólida en la península, reinstauraron la ortodoxia malikí y combatieron con dureza las desviaciones religiosas e intelectuales. Rechazaron el lujo y la sofisticación andalusí, lo cual generó tensiones con la población local. Sin embargo, lograron frenar durante décadas el avance cristiano.
No obstante, como sus predecesores, los almorávides cayeron presa de su propio éxito. Su rigidez religiosa, la falta de adaptación al entorno andalusí y la aparición de nuevas fuerzas en el Magreb precipitaron su caída. Fueron derrotados por un movimiento aún más radical: los almohades.
CALIFATO ALMORÁVIDE. |
EL CALIFATO ALMOHADE: LA ÚLTIMA GRAN RESISTENCIA ISLÁMICA EN ESPAÑA
Los almohades, cuyo nombre deriva de al-Muwahhidun (los que proclaman la unidad de Dios), surgieron a mediados del siglo XII bajo el liderazgo espiritual de Ibn Tumart. Consideraban heréticos tanto a los almorávides como a muchos otros musulmanes, y se presentaron como los restauradores de un islam puro y racional, influenciado por la filosofía y la teología.
Conquistaron el imperio almorávide y se expandieron por el norte de África y al-Ándalus. Su califato, con sede en Marrakech, reorganizó el poder islámico en la península y trasladó incluso su corte a Sevilla en ciertos momentos. Construyeron grandes obras, como la Giralda o el sistema de murallas de muchas ciudades, y defendieron con fiereza la fe y el territorio frente a los reinos cristianos.
Sin embargo, su gran proyecto se estrelló en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, donde una coalición cristiana derrotó al ejército almohade. A partir de entonces, su autoridad se desmoronó rápidamente en la península, dejando paso a una nueva fragmentación y a la lenta pero imparable reconquista cristiana. A mediados del siglo XIII, los almohades habían desaparecido del mapa político hispano.
CALIFATO ALMOHADE. |
EPÍLOGO: UN LEGADO QUE PERDURA
Estos cinco califatos —el omeya de Damasco, el abasí de Bagdad, el califato de Córdoba, el almorávide y el almohade— no solo marcaron el devenir de al-Ándalus, sino que moldearon profundamente la historia de España. Su legado puede leerse en la arquitectura, en la toponimia, en la lengua, en los sistemas de regadío y en la cosmovisión cultural que floreció en contacto con el islam. Comprender la complejidad y la riqueza de estas etapas no es solo mirar al pasado: es entender también la raíz plural de nuestra historia compartida.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
Historia Medieval (Siglos V-XII) Editorial Universitaria Ramón Arcés. J. Donado Vara, A. Echevarría Arsuaga.
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