EL TRATADO DE SÈVRES Y EL FIN DEL IMPERIO OTOMANO.
Cuando la Primera Guerra Mundial llegó a su fin en 1918, los imperios centrales derrotados se vieron obligados a firmar tratados profundamente humillantes. Uno de los más duros y trascendentales fue el Tratado de Sèvres, firmado el 10 de agosto de 1920 entre el Imperio Otomano y las potencias aliadas vencedoras: Reino Unido, Francia, Italia y Japón. Este tratado significó, en la práctica, el desmembramiento oficial del Imperio Otomano, que llevaba siglos dominando vastos territorios entre Europa, Asia y África.
El documento no solo ponía fin a la participación otomana en la guerra, sino que también reconfiguraba totalmente el espacio político de Anatolia y del Próximo Oriente. Las potencias aliadas no veían en el Imperio Otomano un socio con quien negociar, sino un botín de guerra a repartir. Lo que se firmó en Sèvres no fue un acuerdo de paz, sino una imposición.
En virtud del tratado, el Imperio Otomano debía renunciar a la casi totalidad de sus territorios no turcos. Se reconocía la independencia de Arabia, Armenia y el Kurdistán, aunque este último solo de manera condicional y a futuro. Grecia recibía el control de Esmirna (actual İzmir) y se expandía hacia el oeste de Anatolia. Francia e Italia se repartían zonas de influencia económica y política en el sur y sudoeste del territorio turco. Los aliados se aseguraban también el control del estrecho del Bósforo, Dardanelos y el mar de Mármara, los puntos neurálgicos que comunican el mar Negro con el Mediterráneo.
Pero lo más humillante para los turcos era la amenaza directa sobre su propio corazón: Anatolia. Por primera vez en siglos, el núcleo histórico de los otomanos era puesto en duda. Constantinopla, aunque quedaba nominalmente bajo soberanía otomana, se encontraba en realidad bajo ocupación aliada. La integridad territorial de Turquía era una ilusión.
A todo esto se sumaban condiciones económicas severas. El tratado obligaba a los otomanos a aceptar tribunales internacionales, limitaba su ejército a 50.000 soldados y subordinaba su economía a los intereses de las potencias aliadas. El tratado reducía al Imperio Otomano a una sombra de lo que fue, sin capacidad real de autonomía política, económica o militar. Era un castigo más que una negociación.
Sin embargo, el tratado de Sèvres nunca llegó a aplicarse de forma efectiva. Su firma provocó una ola de indignación entre los sectores nacionalistas turcos, liderados por Mustafá Kemal, quien pronto se convertiría en Atatürk, el "padre de la patria". Desde su cuartel general en Ankara, Kemal organizó la resistencia militar contra las potencias extranjeras y los griegos que habían ocupado partes de Anatolia.
La llamada Guerra de Independencia Turca (1919-1923) fue una lucha total por la supervivencia. Las fuerzas nacionalistas turcas lograron expulsar a los griegos, derrotar a los armenios y forzar la retirada de las tropas aliadas. Al finalizar el conflicto, los vencedores se vieron obligados a sentarse de nuevo a la mesa de negociaciones. El resultado fue el Tratado de Lausana, firmado en 1923, que anulaba completamente el de Sèvres y reconocía las fronteras del nuevo Estado turco soberano.
TURQUIA EN 1924 |
El Tratado de Sèvres quedó como un símbolo imborrable en la memoria colectiva turca: el ejemplo más claro de cómo las potencias europeas estuvieron a punto de destruir la integridad territorial de Turquía. Hasta hoy, en la política contemporánea del país, la llamada "Síndrome de Sèvres" sigue viva como desconfianza hacia Occidente y como argumento frente a cualquier amenaza de injerencia extranjera.
Al mismo tiempo, el tratado dejó también un legado amargo para muchos pueblos. Los kurdos, por ejemplo, vieron cómo se les prometía un estado independiente en Sèvres, pero esta promesa fue enterrada con el Tratado de Lausana. Del mismo modo, el sueño armenio de un estado soberano sobre amplias zonas de Anatolia oriental se desvaneció para siempre. El tratado, en resumen, representó un momento clave de esperanzas frustradas y realineamientos geopolíticos que todavía hoy resuenan en los conflictos del Medio Oriente.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con más de 16 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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Bibliografía:
Hipólito de la TORRE. (coord.), Alicia ALTED, Rosa PARDO, Ángel HERRERÍN, Juan Carlos JIMÉNEZ y Alejandro VALDIVIESO: Historia Contemporánea II (1914-1989), Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2019.
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