TORQUEMADA.
Tomás de Torquemada es una de las figuras más controvertidas de la historia de España. Su nombre está ligado indisolublemente a la Inquisición española, institución que dirigió con mano de hierro durante los reinados de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Su papel como inquisidor general lo convierte en un personaje central del proceso de consolidación religiosa de la monarquía hispana en los siglos XV y XVI. Sin embargo, su figura está rodeada de leyendas, exageraciones y debates historiográficos que han dado lugar a diferentes interpretaciones sobre su accionar y su legado.
Torquemada nació en 1420 en Valladolid, en una familia de conversos de origen judío. Desde joven ingresó en la Orden de los Dominicos, una de las más influyentes en la religión católica de la época. Su formación monástica estuvo marcada por la disciplina rigurosa y el estudio teológico, que lo llevaron a adoptar posturas inflexibles en materia de ortodoxia religiosa. Se cree que su severidad en la defensa de la fe se debía, en parte, a su origen converso, lo que lo llevó a demostrar su lealtad al cristianismo con un celo inquebrantable.
Su ascenso en la jerarquía eclesiástica fue meteórico, gracias en parte a su cercanía con Isabel la Católica, quien lo nombró confesor real y posteriormente le confió la dirección de la Inquisición en 1483. A partir de ese momento, su influencia en la corte creció notablemente, permitiéndole impulsar reformas dentro de la Inquisición para hacerla más eficaz y temida.
La Inquisición bajo su mandato
Bajo su liderazgo, la Inquisición experimentó una institucionalización sin precedentes. Torquemada supervisó la elaboración de los procedimientos inquisitoriales y estableció un sistema de tribunales en diversas ciudades del reino. Su principal objetivo era garantizar la uniformidad religiosa en el seno de la monarquía, especialmente tras la conversión forzada de judíos y musulmanes. Muchos de estos conversos fueron sospechosos de practicar en secreto sus antiguas creencias, lo que condujo a la persecución de los llamados "cristianos nuevos".
Las actuaciones del tribunal bajo Torquemada fueron implacables. Se instituyó el uso de la delación anónima, se aplicaron interrogatorios y se empleó la tortura como método para obtener confesiones. Se estima que miles de personas fueron juzgadas por la Inquisición durante su mandato, y muchas de ellas fueron condenadas a la pena capital. Las ejecuciones en la hoguera, conocidas como "autos de fe", se convirtieron en un símbolo del rigor inquisitorial y dejaron una marca imborrable en la memoria histórica.
La Expulsión de los judíos
Uno de los hechos más trascendentales en los que participó Torquemada fue la expulsión de los judíos en 1492. Este edicto, promulgado por los Reyes Católicos, obligó a miles de judíos a abandonar el reino bajo pena de confiscación de bienes y, en algunos casos, de muerte. Torquemada fue uno de los principales promotores de esta medida, convencido de que la presencia de judíos era una amenaza para la unidad religiosa de España. Se dice que justificó la expulsión con una parábola: "Como un paño nuevo manchado por una gota de tinta, así se corrompe la fe por la convivencia con los herejes".
Críticas y oposición
Pese a su inflexible actuar, Torquemada también enfrentó resistencia y críticas, incluso dentro de la propia Iglesia. Algunos sectores de la nobleza y del clero consideraban excesivos sus métodos y temían que la Inquisición se convirtiera en un instrumento de terror incontrolado. Sin embargo, gozó del respaldo total de los Reyes Católicos, quienes veían en él un aliado clave en su política de unificación religiosa y consolidación del poder.
Hacia el final de su vida, Torquemada se retiró al monasterio de Santo Tomás en Ávila, donde falleció en 1498. Su legado es objeto de acalorados debates. Para algunos, fue un fanático religioso cuya intransigencia causó un sufrimiento inmenso. Para otros, fue un hombre de su tiempo, que actuó en función de las creencias predominantes y de los intereses políticos de la monarquía.
Legado y representaciones culturales
La figura de Torquemada ha sido representada en la literatura y el cine con una imagen demonizada, acentuando su papel de verdugo inquisitorial. No obstante, los estudios históricos contemporáneos intentan contextualizar su accionar dentro de los procesos políticos y religiosos de la época, evitando caer en la simplificación maniquea. En cualquier caso, su nombre sigue siendo sinónimo de persecución y fanatismo religioso, reflejando el poder que la Inquisición tuvo en la España de los Reyes Católicos.
JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con 16 de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.
Si te ha gustado, puedes seguirme en mis redes sociales:
Si quieres ser mi mecenas, puedes hacerlo aquí:
https://www.facebook.com/becomesupporter/elultimoromano1/
Bibliografía:
Kamen, Henry. La Inquisición española: una revisión histórica. Editorial Crítica, 1999.
Bethencourt, Francisco. La Inquisición en la época moderna. Akal, 2010.
Netanyahu, Benzion. The Origins of the Inquisition in Fifteenth Century Spain. Random House, 1995
Comentarios
Publicar un comentario