EL CID



Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, es una de las figuras más emblemáticas de la historia de España y de la literatura medieval. Su vida, envuelta en hechos históricos y leyendas, ha sido objeto de estudio, admiración y reinterpretaciones a lo largo de los siglos. Guerrero, líder militar y símbolo de la Reconquista, el Cid ha trascendido su tiempo y se ha convertido en un mito fundacional de la identidad hispánica.








Nacido alrededor del año 1043 en Vivar, un pequeño poblado cercano a Burgos, Rodrigo pertenecía a la baja nobleza castellana. Su educación fue la propia de los infanzones, aprendiendo el arte de la guerra, la equitación y el manejo de las armas. Creció bajo la tutela de la corte de Fernando I de León y Castilla, y más tarde, bajo el reinado de Sancho II, donde empezó a destacar por su valentía y habilidades militares.

El Cid comenzó su carrera militar al servicio del rey Sancho II de Castilla, participando en diversas campañas para expandir los dominios del monarca. Su papel en la batalla de Llantada (1068) y la batalla de Golpejera (1072) fue crucial para consolidar el poder de Sancho II. Sin embargo, la muerte del rey en circunstancias sospechosas dejó a Rodrigo en una posición vulnerable, pues Alfonso VI, hermano de Sancho, se convirtió en el nuevo rey de León y Castilla. A pesar de las tensiones iniciales y del legendario juramento de Santa Gadea, en el que supuestamente el Cid obligó a Alfonso a jurar que no tuvo implicación en la muerte de su hermano, Rodrigo terminó integrándose en la corte del nuevo monarca.

Sin embargo, su relación con Alfonso VI se deterioró rápidamente debido a intrigas palaciegas y conflictos con otros nobles. En 1081, el Cid fue desterrado de Castilla, viéndose obligado a buscar nuevos horizontes. Su exilio marcó el comienzo de una etapa de independencia y de alianzas estratégicas con distintos gobernantes, incluyendo a musulmanes y cristianos. Se puso al servicio del rey musulmán de Zaragoza, Al-Mutamán, donde demostró su destreza militar en enfrentamientos contra otros reinos islámicos y contra los propios cristianos. Durante esta etapa, el Cid se convirtió en un caudillo independiente, acumulando un ejército leal compuesto por caballeros y mercenarios que lo siguieron por su reputación y éxito en la batalla. Su habilidad para negociar con distintos bandos le permitió mantenerse en el poder y ampliar su influencia en la península.

El Cid operó como un líder militar autónomo, estableciendo alianzas tanto con reinos musulmanes como con señores cristianos. Durante años, realizó campañas militares en el Levante español, fortaleciendo su control sobre ciudades clave y consolidando su propia autoridad sin depender de un rey. Este periodo culminó en la conquista de Valencia en 1094, que se convirtió en su dominio más importante.






El punto culminante de su carrera llegó con la conquista de Valencia. En 1094, tras una serie de campañas exitosas, el Cid logró tomar la ciudad, estableciendo un señorío independiente. Valencia se convirtió en su centro de operaciones y en un símbolo de su poder. Su gobierno en la ciudad se caracterizó por una política de convivencia entre cristianos y musulmanes, algo poco común en la época. Durante su mandato, Rodrigo tuvo que enfrentarse a los almorávides, una nueva fuerza islámica que amenazaba la península. A pesar de su victoria en la batalla de Cuarte (1094), la amenaza almorávide persistía.

El Cid falleció en 1099 en Valencia, posiblemente debido a causas naturales. Tras su muerte, su esposa, Jimena Díaz, intentó mantener el control de la ciudad, pero en 1102, ante la presión almorávide, se vio obligada a abandonarla, trasladando los restos de su esposo a Burgos, donde fueron enterrados en el monasterio de San Pedro de Cardeña.

La figura del Cid se consolidó como un símbolo de la caballería, la lealtad y el heroísmo. Su vida inspiró el "Cantar de Mio Cid", una de las grandes obras de la literatura española y europea. Aunque el poema presenta una visión idealizada de su figura, la realidad histórica confirma que fue un líder pragmático, capaz de adaptarse a las circunstancias y de forjar su propio destino en una época de gran inestabilidad política y militar.

La leyenda cuenta que tras ser abatido por los musulmanes, su cadáver fue montado en su caballo Babieca y llevado al campo de batalla para infundir miedo a los almorávides y derrotarlos después de muerto. Esto no tiene base histórica, pero ha perdurado en la tradición popular. Este relato probablemente surgió como una forma de engrandecer su figura y consolidarlo como un héroe inmortal. Aunque no hay pruebas de que este hecho ocurriera, la historia ha contribuido a reforzar su mito a lo largo de los siglos.








La leyenda del Cid trascendió las fronteras de España y se convirtió en un referente de la épica medieval. Su imagen ha sido utilizada a lo largo de los siglos en diversas interpretaciones literarias, históricas y cinematográficas. Su historia sigue fascinando a historiadores y escritores, siendo un testimonio del complejo proceso de la Reconquista y de la interacción entre culturas en la península ibérica.
El legado del Cid Campeador sigue vivo en la actualidad. Burgos y Valencia, las dos ciudades más asociadas a su figura, conservan su memoria en monumentos, museos y tradiciones populares. Su tumba en la catedral de Burgos es un lugar de peregrinación para aquellos que desean rendir homenaje a uno de los personajes más influyentes de la historia de España. Rodrigo Díaz de Vivar, tanto en la realidad como en la leyenda, representa el espíritu de una época y la pervivencia de un mito que ha superado los siglos.








JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:





Fletcher, Richard. El Cid. Madrid: Ediciones Akal, 2002.


Menéndez Pidal, Ramón. La España del Cid. Madrid: Espasa Calpe, 1929.


Cantar de Mio Cid. Edición de Alberto Montaner. Madrid: Crítica, 1993.


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