EL OLVIDADO GENOCIDIO DE RUANDA.




El genocidio de Ruanda, uno de los episodios más mortales de violencia étnica en la historia moderna, se desató en 1994 en el corazón de África. Este conflicto tenía raíces históricas en las tensiones étnicas entre los grupos tutsis y hutus, agravadas por la interferencia de los colonizadores belgas, quienes favorecieron a la minoría tutsi en detrimento de la mayoría hutu. Antes del estallido definitivo ya se habían producido enfrentamientos entre milicias de ambos bandos.





La violencia étnica en Ruanda alcanzó su punto máximo en abril de 1994, tras el asesinato en un atentado del presidente ruandés Juvénal Habyarimana, un hutu, cuya llegada al poder vino precedida de un golpe de estado y cuyo gobierno, a pesar de haber firmado un acuerdo de paz con los tutsis, había sido abiertamente hostil hacia ellos, por lo que se culpó a los tutsis. Los extremistas hutus, en represalia, lanzaron una campaña de violencia brutal contra los tutsis y los hutus moderados que simpatizaban con ellos. . Durante aproximadamente 100 días, más de 800.000 personas fueron asesinadas (3/4 partes de la población tutsi del país), principalmente a machetazos y muchas más resultaron heridas o desplazadas a paises vecinos desde donde comenzaron a formar una milicia para realizar un contraataque que conseguiría desplazar del poder a los hutus.

La falta de intervención efectiva de la comunidad internacional, en particular de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha sido objeto de críticas. La ONU tenía una fuerza de paz en Ruanda en ese momento, conocida como UNAMIR, pero no se le permitió tomar medidas decisivas para prevenir el genocidio debido a la falta de un mandato claro, de hecho se aprobó su reducción y a la renuencia de los países miembros a involucrarse en un conflicto tan peligroso y complejo.

Los enfrentamientos durante el genocidio de Ruanda fueron increíblemente brutales. Grupos armados de extremistas hutus llevaron a cabo asesinatos masivos en comunidades tutsis y en lugares como iglesias y escuelas donde miles de personas habían buscado refugio. Los tutsis, en un intento desesperado por sobrevivir, a menudo se vieron involucrados en enfrentamientos violentos con los atacantes, aunque estaban gravemente superados en número y armamento.

Además, la intervención francesa en Ruanda ha sido objeto de controversia. Francia, que tenía relaciones cercanas con el gobierno hutu de Ruanda, lanzó una operación militar en junio de 1994, llamada "Operación Turquesa", con el objetivo oficial de detener la violencia. Sin embargo, algunos críticos argumentan que esta intervención fue motivada por intereses políticos y que pudo haber contribuido a la continuación del genocidio.

A medida que el genocidio avanzaba, las fuerzas del Frente Patriótico Ruandés (FPR), un grupo tutsi, lanzaron un contraataque desde Uganda. El FPR avanzó a través del país, apoyado por grupos tutsis congoleños, mientras tropas francesas creaban corredores seguros para los hutus que huían de la contraofensiva y finalmente tomó el control del país, poniendo fin al genocidio. Sin embargo, este contraataque también llevó a enfrentamientos adicionales y desplazamientos de población entre la cual aprovecharon políticos y genocidas para huir impunemente al Congo, donde continuaron siendo una fuente de inestabilidad y conflicto en la región durante años.







El genocidio de Ruanda dejó profundas cicatrices en el país y en la conciencia mundial. La reconstrucción y reconciliación en Ruanda han sido procesos largos y desafiantes. La comunidad internacional aprendió lecciones importantes sobre la prevención de conflictos étnicos y la necesidad de intervenir tempranamente para evitar cuentos atrocidades en el futuro.

Este es un claro ejemplo de como dependiendo del conflicto y su importancia geopolítica o económica, los países pueden tender a intervenir o a olvidar, dependiendo de estos, en un ejercicio de hipocresía en el que se vende a la población sentimientos para dirigir su opinión hacia donde interesa al político de turno, faltando a la verdad y restringiendo la información. En este caso no estamos hablando de un conflicto interno cualquiera, pues el numero de víctimas, lo posicionan en los primeros puestos de los genocidios del siglo pasado tras la revolución cultural de Mao, el Holodomor soviético o el Holocasuto nazi.











JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.

Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs, podcast y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:


- Juan Avilés, Rosa Pardo e Isidro Sepúlveda
LAS CLAVES DEL MUNDO ACTUAL. UNA HISTORIA GLOBAL DESDE 1989.
Edición Revisada
Madrid, Síntesis 2019
ISBN 9788499588421


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