LA PERSIA AQUEMÉNIDA.









LOS INICIOS.



Los persas, hacen su aparición en Oriente Próximo y Medio a finales del II milenio a. C. junto a medos, bactrianos y otros pueblos provenientes del norte.

Su primer asentamiento fue el noreste de Irán, pero el desarrollo del reino de Urartu, les obligó a descender al sur sobre el siglo VIII a. C. llegando a la región de Fars sobre el VII guiados por un jefe tribal llamado Aquemenes, de donde vendría el nombre de la siguiente dinastía.

Sus primeros años fueron de vasallaje a los medos y luego a los asirios. Cambises I, decidió realizar un acercamiento con los medos y casó a su hijo con la hija de Astiages, su homólogo medo. De esta unión nacerá Ciro II el Grande.
Tras salvarse de un complot de su abuelo Astiages para asesinarlo tras varias desavenencias, consiguió derrotarlo en Ecbatana gracias a que varios nobles medos, descontentos con Astiages y convencidos de la legitimidad de Ciro, desertaran a su bando.

Con esto Ciro II recibía un ya enorme Imperio que abarcaba desde Drangniana hasta Lidia, ya que su bisabuelo Ciaxares, había derrotado y anexionado al Imperio asirio.

Sus primeros movimientos fueron acabar con la conquista de Anatolia, anexionando Cilícia y Lidia, para después, atacar a su antiguo aliado, Nabónido, rey de Babilonia, que a pesar de manejar otro gran Imperio que incluia todo el Creciente Fértil, se encontraba sumido en luchas internas y descontentos.
Gracias a su diplomacia y fama de tolerante religioso, su camino hasta Babilonia fue casi un paseo, rindiéndose las ciudades en su marcha imparable. En el 539 a. C. tomaba la ciudad de Babilonia y capturaba a Nabónido, a su hijo Baltasar (último rey de Babilonia) y liberaba a los judíos deportados allí por Nabucodonosor II unos años atrás.

En el año 530 a. C. encontró la muerte dejando un Imperio hasta esa fecha nunca visto y que sus sucesores seguirían ampliando.










                  


LA CONQUISTA DE EGIPTO.


Tras la muerte de Ciro II El Grande, el trono pasó a su hijo Cambises II, que había sido asociado al trono de Babilonia años atrás.

Su primera medida fue asesinar en secreto a su hermano Bardiyas, asegurándose el trono, para después marchar hacia Egipto con su poderoso ejército. La empresa fue victoriosa en parte, a la ayuda de las naves de Samos. La batalla final se produjo en Pelusio, en el delta del Nilo, haciendo huir al último faraón de la XXVI dinastía Psamético III.

Su éxito le llevó a planear la conquista de Cartago, pero como esta vez no tuvo el apoyo de la flota, ya que las ciudades fenicias se negaron a ayudarle, tuvo que desistir.

Debido a su larga estancia fuera de Persia, un mago llamado Gaumata, se hizo pasar por su asesinado hermano Bardiyas para usurpar el trono, consiguiéndolo gracias a que el pueblo era desconocedor de la muerte de este.
Cambises se apresuró a volver a Persia, pero murió por el camino, lo dio pie a un enfrentamiento entre Gaumata y y varios aristócratas, entre los que se encontraba Darío, hijo del gobernador de la satrapía de Partia.







LA CONSOLIDACIÓN DEL IMPERIO.




Tras conseguir eliminar al usurpador Bardiyas, Darío I se convirtió en el nuevo rey de Persia en el 522 a. C.

En sus primeros años tuvo que hacer frente a 9 aspirantes al trono, venciéndolos a todos. Dio una nueva organización al extenso imperio, dividiéndolo en 20 satrapías, construyendo una eficaz red de carreteras. De su época también son las primeras monedas, los dáricos de oro, copiando así el nuevo sistema económico inventado por los lidios.

En cuanto a sus conquistas, se anexionó Tracia y las islas del Egeo, pasando así al continente Europeo. En África, se lanzó contra Libia y Nubia y en Asia, llegó hasta el Indo.

En el 499, las ciudades jonias se rebelaron y con la ayuda de Atenas, incendiaron Sardes, capital de la satrapía de la satrapía de Lidia en el 499 a. C. 6 años mas tarde consiguió aplastar la revuelta y, como represalia contra Atenas, mandó un ejercito que fue derrotado en la famosa batalla de Maratón. A pesar de la derrota, Dario seguiría empeñado en castigar a Atenas, pero una nueva revuelta en su imperio, le haría desistir, pues la satrapía de Egipto, siempre reacia a la dominación persa, volvió a sublevarse por segunda vez.
Finalmente, no pudo hacer frente a ninguna de estas dos campañas, pues fallecería en el 486 a. C. dando paso a su hijo Jerjes I.



Darío I

Batalla de Maratón



JERJES I Y LA 2ª GUERRA MÉDICA.




Cuando Jerjes I llegó al trono, tuvo que lidiar con sus primeros problemas: un contencioso contra su hermano, que también reclamaba el trono y sendas rebeliones en Babilonia y Egipto.

Sin embargo, el hecho más notable de su reinado sería su incursión en Grecia. En el 480 a. C. dirigió un enorme ejército acompañado de una flota igualmente enorme hacia Grecia.

Su primer escollo lo encontró en las Termópilas, donde un pequeño contingente griego demoró unos dias su marcha, dando como fruto la epopeya de los 300 espartanos. Tras eso, consiguió llegar a Atenas, la cual incendió tras tomarla. Sin embargo, los griegos se repusieron. Primero vencieron a la flota persa en Salamina y, después, al ejército en Platea y Micala, expulsando a los persas de Grecia para siempre.

Un año después, Jerjes hubo de volver a intervenir en Babilonia, esta vez de forma más contundente, demoliendo el Ziqquratu, el templo de Marduk y haciendo lingotes la estatua de oro del mismo dios.

Sus últimos años los dedico a construir y disfrutar en Persépolis, siendo asesinado en una conjura palaciega en el 465 a. C. dando comienzo a una era de convulsiones en el Imperio.


Batalla de las Termópilas.



Jerjes I.





LA DECADENCIA IMPERIAL.



Tras Jerjes I, con los siguientes gobernantes Persia entraría en una época de decadencia e inestabilidad.

Su hijo, Artajerjes I (465-424 a. C.) tuvo que sofocar una revuelta en Egipto que duró 6 años y una invasión de Chipre por parte de Atenas, teniendo que firmar con la Paz de Calias en el 449 a. C.

Después, se sucedieron Jerjes II, asesinado por su hermanastro Sogdiano y Darío II, que a su vez eliminó a Sogdiano en el 423 a. C. Tuvo que hacer frente a reveliones en sus satrapías ayudadas por Atenas, por lo que decidió ayudar a los espartanos en las Guerras del Peloponeso que se libraban entre estos y Atenas.
A su muerte, se disputaron el trono entre sus hijos Ciro, que reclutó un ejercito con mercenarios Griegos y Artajerjes II, siendo este último el vencedor, y dando pie a la epopeya de Jenofonte, la Anábasis, que narra la penosa vuelta de los griegos a traves de Armenia. Sin embargo, a partir de ahí se sublevaron numerosos territorios ayudados por los griegos. Los sátrapas, cada vez tenían mas poder y su cargo se había vuelto hereditario, lo que supuso el principio del fin de Imperio.



Recorrido de Jenofonte y los mercenario griegos.



EL FIN DEL IMPERIO.


Artajerjes III, tuvo que hacer frente a numerosas rebeliones, entre ellas de de Artabazo, que tras ser derrotado, huiría a la corte de Filipo II que estaba haciendo surgir un potente estado en Macedonia.
Su sucesor, Artajerjes IV, fue asesinado a los dos años de reinado, dando paso a Darío III.

Este rey era coetáneo de Alejandro de Macedonia, el cual cruzó el Helesponto con un poderoso ejército y se lanzó a la conquista de Persia. Primero venció en la batalla del río Gránico; después en Issos, quedando vía libre para la conquista del Levante y Egipto. Tras estas conquistas, se lanzó hacia el corazon de Persia, volviendo a ser vencedor en la batalla de Gaugamela y avanzando sobre ciudades como Babilonia, Susa o Ecbatana. Darío, fue asesinado en su huída por el sátrapa de Bactria, que se entronaría como Artajerjes V. Alejandro también lo derrotó y llegó hasta la India, donde tuvo que volver tras el motín de sus tropas, regresando a su nueva capital, Babilonia, donde moriría en el 323 a. C.

Alejandro había conquistado en un breve periodo de tiempo el Imperio más grande visto hasta ese momento y, sin embargo, solo pudo retenerlo hasta su muerte, pues lo territorios se repartirían entre sus generales.
El siguiente Imperio persa, vendría de la mano de los persas Sasánidas en el siglo III.


Alejandro Magno.



SOCIEDAD, POLÍTICA Y RELIGIÓN.


El Imperio de dividió en numerosas provincias llamadas satrapías, al frente de las cuales se hallaba un jefe tribal y que debían obediencia al rey persa, considerado un dios y apodado "Rey de reyes".

En su corte convivían nobles, familiares, altos funcionarios y favoritos, no teniendo esta residencia fija, ya que según la estación, se asentaban en Babilonia, Susa o Ecbatana, trasladándose a Persépolis o Parsagarda con motivo de fiestas religiosas.

La sociedad, aunque todos, incluidos sátrapas, eran teóricamente esclavos del rey, se dividió entre personas libres con derechos, divididos entre el grupo dominante (nobleza, funcionarios etc.) y dominados (campesinos, artesanos...) donde destacaron los kurtash, personal adscrito a los palacios que realizaban diferentes tareas y el grupo de personas sin derechos, los esclavos.
El derecho es complicado de compilar, pues el rey podia legislar y normalmente, debido a la amplitud de territorios y culturas, se regían por sus propias tradiciones.
El ejército, formado por levas y mercenarios, llegó a contar con mas de 350.000 efectivos. Se dividían en regimientos de 1000, comandados por los "jefes de los mil", y a su vez, en divisiones de 100, mandados por los satapatis. Contaron con nunerosas y variopintas unidades venidas de todos los rincones del Imperio, aunque la más especial, fue la de los inmortales, formada siempre por 10.000 efectivos (en cuanto uno causaba baja, se suplía inmediatamente). Debido a su magnitud, el ejército se dividió en toparquías, que agrupaban los ejércitos de varias satrapías, controlados por un toparca.

En cuanto a la religión, esta comenzó siendo politeísta, creyendo en los ahuras (señores celestes), hasta la llegada del Zoroastrismo a partir de la segunda mitad del siglo VII, convirtiéndose en monoteísta al creer únicamente en ahura Mazda y fijando su doctrina en el Avesta.

El estamento clerical lo conformaron los magos, de la tribu meda de los magi, que al seguir la doctrina zoroástrica de no contaminar el suelo con cadáveres, los colgaban de torres, llamadas torres del silencio, para ser devorados por los buitres.


Satrapías persas.

Ahura Mazda.




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JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.



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Bibliografía:

Historia Antigua del Proximo Oriente y Egipto. Jasvier Cabrero Piquero y Federico Lara Peinado. Uned 2021.

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