EL ESPACIO RURAL ROMANO.



 Si pensamos en la vida cotidiana romana seguro que lo primero que se nos viene a la mente será la vida en las ciudades, pero, la mayor parte del territorio estaba formado por el ámbito rural. La organización aquí también seguir unos cánones como en la vida urbana.

Para empezar ciudad y campo estaban indisolublemente unidos. La urbs (ciudad) y el ager (campo) formaban el territorium. Una vez constituidlo en núcleo urbano se pasaba al reparto y organización del ager circundante para su explotación mediante el centiruato o limitatio. A partir de la época imperial esta tarea estaría encomendada a los agrimensores, funcionarios públicos a los que se les exigía conocimientos de geometría, cartografía, derecho…
La partición del territorio o ager publicus, se hacía igual que en la fundación de ciudades: se partía en 4 partes a partir del cruce de dos ejes perpendiculares, que podía estar en el centro de la urbs o en el exterior de esta, siendo esto segundo lo más habitual.






De estos ejes se realizaba una cuadrícula ortogonal formando módulos, normalmente centurias, cuyos lados medían 20 actus (unos 35,5 metros). También existieron otras formas de parcelación como la división per scamna y per strigas. Las trazas de las divisiones de las centurias aún son visibles en algunas ciudades de origen romano a día de hoy. En cuanto al control del régimen jurídico y de propiedad de las tierras, el catastro fue el elemento principal para su control. Gracias a esto, además de las construcciones secundarias para la explotación como caminos, almacenes etc. el paisaje sufría una importante transformación, si bien, en muchas ocasiones no quedaba tan homogéneo como se pensaba ya que además de los accidentes demográficos, a veces quedaban tierras sin asignar o explotar.

Por lo general, los lotes de tierras se asignaban a propietarios en régimen privado, variando el tamaño en función de la calidad de la tierra, rango del adjudicatario, o poblamiento de la urbe. A este tipo de tierras asignadas con este contrato se le denominaba ager diuisus adsignatus.









Según los datos arqueológicos, literarios y epigráficos, la zona occidental del imperio seguía unos patrones característicos de poblamiento que podemos dividir en 2: Las ocupaciones agrupadas y las dispersas. En esta primera parte veremos las agrupadas, que son las de carácter colectivo emplazadas en el ámbito rural, que a su vez se dividen en dos tipos:

- Aglomeraciones secundarias: aquí se engloba todas las agrupaciones de hábitat colectivo permanente no urbano. Aquí también encontramos diversos tipos:

* Vici: El vicus es la forma de hábitat más característica después de la ciudad y la villa. Podría asimilarse a lo que es un pueblo, pues aún siendo una agrupación de casas y edificios rurales, sus funciones no eran únicamente agrícolas o ganaderas, ya que muchos contaban con plazas de mercado, edificios de administración y acondicionamientos urbanos, además de poseer cierta autonomía local respecto a la urbe a la que perteneciese su demarcación.

* Fora: Estos habitas, que se dieron mayormente en Italia, estaban constituidos por pequeñas agrupaciones de unas 40 personas, sus nombres hacían referencia a personas o designaciones etnicas y además de ser antiguos, solían estar ubicados en el sistema viario. Físicamente eran parecidos a los vici, pero más pequeños y con una localización más dispersa.






* Conciliabula: Es un espacio donde se celebraban los concilium (asambleas cívicas) del mundo rural en el marco de una población dispersa, que se reunía en estos espacios para la toma de decisiones.


- Aldeas: Responde a un hábitat pequeño, pobre y alejado de la red viaria. Sus funciones eran básicamente agropecuarias.




El otro tipo de asentamientos que podemos catalogar, serían las entidades rurales de carácter disperso. Aquí, además de las villae, también entran otro tipo de entidades rurales menores a las vistas anteriormente y que vamos a explicar aquí.

- Villae: Este terminó de puede aplicar tanto a las construcciones señoriales ubicadas fuera de la ciudad, con fines de ocio para las clases nobles, o a las construcciones más modestas con fines agropecuarias, aunque ambas estén ligadas al fundus, que es el terreno de explotación y aprovechamiento de la villa. Los orígenes de este tipo de edificaciones podemos encontrarlos remontándonos hasta el siglo V a.C. en Grecia, donde los aristócratas usaban estos edificios cuadrangulares con un gran patio central a las afueras de las polis para su disfrute. La transformación en grandes fundus se debió a la apertura comercial del Mediterráneo que se experimentó en el siglo II a.C. Esto hizo que muchas familias adineradas, gracias al comercio, adquirieran tierras para aumentar su volumen comercial, disminuyendo los pequeños propietarios y agrupándose en grandes latifundios. El esplendor de estos hábitats llegará a Roma entre el final de la República y la era de los antoninos. Su último momento de importancia fue en el tardoimperio, cuando la crisis urbana de occidente y los altos impuestos, hicieron que muchos aristócratas se desplazaran de nuevo al campo en busca de refugio fiscal y social.




- Entidades rurales menores: Estos hábitats, que se ha estudiado sobre todo en Hispania, son unidades generalmente de un solo edificio, como casetas, graneros, almacenes o refugios aislados. También entran aquí instalaciones agropecuarias mucho menores que las villas, como las casae y las turguria (cabañas y chozas).



JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.




Si te ha gustado, puedes seguirme en mis redes sociales:

👉FACEBOOK

👉INSTAGRAM


Bibliografía:


- Historia de la cultura material del mundo clásico. Mar Zarzalejos Prieto, Carmen Guiral Pelegrín y Mª Pilar San Nicolás Pedraz. UNED 2010.

Comentarios

Entradas populares