LA DINASTÍA ISAÚRICA.

 



En 717, Constantinopla se encontraba gobernada por el emperador usurpador Teodosio III, cuya popularidad y administración no eran muy populares por lo que, un strategos de Anatolia que había ascendido rápidamente en el ejercito, León "el isáurico", se rebeló contra este y en su marcha hacía la capital fue nombrado emperador. Con él comenzaría la dinastía que lleva su apodo, el cual se le dio por su supuesta procedencia de la región de Isauria, aunque también se cree que pudo haber sido Sirio y haber vivido en territorio árabe, la verdad es que su procedencia oriental se dejaría notar en la administración. Este nuevo golpe de estado animó a los musulmanes a volver a sitiar la capital ese mismo año. Un ejercito de unos 80.000 soldados puso sitio a la ciudad, pero León había sido precavido al ordenar llenar los graneros y depósitos de agua, arreglar las murallas y preparar la flota y defensas de la ciudad. En una rápida salida de la flota que se encontraba en el interior del Cuerno de Oro, un estuario junto a la ciudad llamado que estaba protegido por una enorme cadena que impedía pasar cualquier tipo de embarcación, consiguió aniquilar a la primera oleada de la flota enemiga que intentaba atacar la ciudad gracias al fuego griego, teniendo que regresar cuando el grueso de las embarcaciones enemigas aparecieron a socorrer a las primeras. Sin embargo, esta acción haría que los musulmanes no volvieran a plantearse un ataque frontal. Tras un crudo invierno de asedio, en el que murieron muchos enemigos, incluido su general, los musulmanes volvieron a mandar una nueva flota con refuerzos para continuar el sitio. Gracias a su superioridad numérica consiguieron cerrar el Bósforo, dejando a Constantinopla sin provisiones. Pero para suerte de León III, muchos de los enemigos eran cristianos y desertaron al bando romano, pasando valiosa información al emperador que se apresuró a usarla, atacando la flota enemiga por sorpresa y destruyéndola. En cuanto a la amenaza terrestre, León se había procurado la ayuda del emperador búlgaro Tervel, que aniquiló a las tropas musulmanas en Adrianópolis, lo que unido a los rumores de un ejercito franco que acudía en socorro de la ciudad, hizo que el califa omeya ordenase a sus ejércitos levantar el asedio y regresar. La victoria fue un hito que demostró las grandes dotes de mando de León, que seguiría demostrando más adelante y que salvaron Europa de la invasión del musulmana cuando el califato omeya estaba en pleno auge, ya que en 732, atacarían a los francos en su propio territorio en la batalla de Poitiers, además de intentar atacar Constantinopla 2 veces mas durante su mandato.



León había demostrado una gran habilidad diplomática y sobre todo, militar. sin embargo, durante su gobierno tendría que hacer frente a problemas internos incluso más graves.
En el seno de la Iglesia existía un debate sobre la adoración de imágenes e iconos, con defensores de hacerlo y detractores, que lo consideraban pecaminoso. En 726, una gran erupción en el Egeo atemorizó al pueblo llano, lo que desembocó que la implantación de la corriente de los iconoclastas (contrarios a los iconos), por lo que el emperador ordenó al papa Gregorio II retirar de roma todas las imágenes religiosas. Este se opuso y reivindicó su independencia de los poderes civiles e iniciándose así la llamada Querella iconoclasta, que duraría dos siglos. En 730 León deponía al patriarca icóndulo (a favor de las imágenes) de Constantinopla, rompiendo aún más las relaciones entre las dos urbes. El triunfo de esta corriente tuvo su culmen en 740, cuando los bizantinos vencieron a los musulmanes en Akronion, lo que interpretaron como una intervención divina por haber dejado de adorar imágenes. Sin embargo durante esta época de conflictos, se perdió el exarcado de Rávena, que se independizó del imperio para caer más adelante ante los lombardos. En 741, en medio de la disputa religiosa interna y con el Papa, León moriría dejando el trono a su hijo Constantino V.


El reinado de Constantino V comenzó con una guerra civil contra su cuñado Ardabastro, strategos defensor de las imágenes del thema de Opsikion, quien lo traicionó en batalla teniendo que huir y regresar un año más tarde para recuperar el trono y cegarlo como es debido. Tras acabar con él , su primera medida fue dividir el thema para que no pudiese acantonar una gran cantidad de tropas y no poder rebelarse de nuevo. La división se hizo en 6: Tres partes constituirían regimientos de caballería y formarían el ejército móvil denominado tágmatas, otros dos de ellos actuarían de guarnición permanente de la capital y el restante se quedaría en Tracia y Anatolia, donde el emperador podía reclamar con facilidad pero no un usurpados alejado de Constantinopla. Otro de sus siguientes movimientos fue poblar las zonas semidesiertas de Anatolia y Tracia para hacer de escudo contra musulmanes y eslavos. Esta repoblación se hizo con población cristiana que vivía tras la frontera de los musulmanes. Organizó varias incursiones con el único fin de llevarse a los cristianos y asentarlos en Asia menor y Tracia. En 747 un brutal brote de oeste asoló la capital, que tuvo que ser repoblada con ciudadanos griegos e isleños del Egeo. En cuanto al tema religioso siguió los pasos de su padre, dictando dos tratados apoyándose en el concilio de Nicea y posteriormente en el de Hierea, reconociendo la iconoclastia e intentando acabar con los monasterios contrarios ordenando a sus sacerdotes contraer matrimonio, además de medidas administrativas y finalmente, su persecución de estos y de funcionarios.

En cuanto al tema de Italia, pretendió recuperar sus territorios y la obediencia del papa, pero este, apoyado en el falso tratado de “la donación de Constantino” y el apoyo del emergente poder franco que traería verdaderos disgustos a los orientales en breves, consiguió mantener su independencia y los bizantinos no lograron recuperar ningún territorio.

Con el poder afianzado se procuró una tregua con el califato par centrar su atención contra la amenaza búlgara. Aquí Constantino usaría de forma efectiva sus nuevas tropas móviles de caballería pesada (thagmata) y los cristianos reasentados, para infringir varias derrotas a sus enemigos y pacificar la frontera del Danubio. Su muerte en 775, sería aprovechada por los búlgaros que darían un giro a la situación en muy pocos años.




Tras la muerte de Constantino, el trono fue heredado efímeramente por su primogénito León IV. Durante su mandato se mantuvo la paz obtenida con los búlgaros por su padre en 773, pero se tuvo que hacer frente al califato abasí, a quien venció en dos intentos de invasión en Anatolia y Armenia.

Su política en el conflicto de los iconos fue distinta a sus predecesores. Apoyado por su mujer Irene de Atenas, quien tendrá una gran relevancia en los años venideros, aplacó un poco la persecución de los iconódulos, restituyó a un patriarca iconódulo en Constantinopla y los monjes pudieron volver a la capital, siendo algunos de ellos nombrados obispos, lo que supuso un mayor control De la Iglesia en el Imperio.

León murió tan solo 5 años después, en 780 y su mujer Irene, que ya poseía gran influencia en la política, asumió la regencia mientras su hijo Constantino VI era menor de edad.
A partir de aquí se sucederán numerosas intrigas en las que se darán luchas intestinas, minorías de edad y un cruel gobierno de Irene, incluso con sus propios hijos, lo que debilitará al imperio.






En 780, a la muerte de León IV, su hijo Constantino VI es nombrado emperador siendo menor de edad, por lo que actuaría como regente su madre Irene de Atenas.
Antes de un mes de regencia ya tuvo que sofocar la revuelta de su cuñado Nicéforo al que tonsuró y envió a un monasterio, así como reorganizar los altos cargos imperiales por personas afines, lo que implicó el mutilamiento de alguno de estos mandos y familiares que habían participado en la conspiración.

Exteriormente buscó alianzas que afianzasen su por el momento frágil poder. Estableció contactos con el Papa y pactó un matrimonio entre su hijo Constantino y Rotruda, hija de 6 años del por entonces rey de los francos Carlomagno. No le valió para que el strategos de Sicilia se alzara en armas, y aunque también fue vencido por la flota imperial, huyó al refugio de los abasíes del norte de África fuera del alcance de Irene, por lo que esta se cebó con su familia a la que torturó.

A esto hay que añadirle las expediciones de Harun al-Rasid, protagonista de las Mil y Una Noches, sobre todo la del 782 que obligó, tras llegar la incursión hasta el Bósforo y haber capturado a su mano derecha, el eunuco Estauracio, a pagar un rescate para pactar una tregua de 3 años, aunque posteriormente se reanudarían las hostilidades. Para afrontar el pago, Estauracio se dirigió en campañas posteriores a las tierras en poder de los eslavos en los Balcanes para recuperar tierras y con ello capacidad fiscal. Gracias a ello, además de afrontar el pago, mandó construir en el 784 la Iglesia de Santa Sofía en Tesalónica, que alcanzó una relevancia muy considerable dentro del imperio.

En el 786 realizaría la acción que podríamos clasificar como más destacada de su regencia: La restauración de los iconos. Primeramente, el 17 de Agosto en el concilio de Constantinopla, proclamó la vuelta a la iconodulía, pero fue tal el revuelo que se armó entre los altos mandos militares allí presentes, partidarios de la iconoclastia, que dicho concilio tuvo que suspenderse. Irene urdió un plan y envió a estos jefes a realizar campañas militares en Anatolia para después licenciarlos y nombrar afines a su persona, trayendo tropas nuevas a la capital. Ahora sí, libre de opositores, en Septiembre organizó el II concilio de Nicea presidido por el patriarca Tarasio donde sí se proclamó la vuelta a los Iconos, lo que supuso un acercamiento con Roma.

A partir de aquí comenzarían las luchas intestinas entre su propia familia por hacerse con el poder.



En el 788, Constantino VI, de 17 años de edad ya comenzaba a ansiar gobernar en solitario. Como recordamos estaba prometido con la hija del rey franco, Carlomagno, pero el matrimonio se vio frustrado al tomar como esposa a una dama armenia, lo que ayudó a crear un ambiente de disensión aun mayor entre madre e hijo. Ciertos sectores militares decidieron apoyar a Constantino cuando en el 790 Irene quiso autoproclamarse emperatriz prioritaria, que en principio fue confinada y así Constantino obtuvo vía libre para gobernar en solitario. Como ya hemos visto, tras la tregua de 3 años, el califa abasí siguió las hostilidades y profirió duras y humillantes derrotas a los romanos, a los que obligó a aumentar los pagos, que mal podían permitirse pagar. Así que en el 792 Irene vuelve a ser asociada al trono como co-emperatriz tras otra derrota del joven e inexperto Constantino ante los búlgaros en la batalla de Marcelae, donde estos emboscaron a los romanos y les infringieron una derrota total, capturando incluso la tienda del emperador.





Durante la batalla, los búlgaros usaron una curiosa arma que les facilitó y mucho la victoria, se trata del Arkani, una lanza con un lazo al extremo usado para desmontar al jinete de su montura. Curiosidades a parte, Irene tras aconsejar sibilinamente a Constantino, hace que este pierda la lealtad de los strategos que lo apoyaban, lo que aprovechó para autoproclamarse emperatriz autócrata a todos los efectos, algo que no ocurría hacia siglos y que supuso un gran hito en la Europa medieval. Acuñó moneda con su rostro, firmó documentos como basileus e incluso lanzaba monedas a sus ciudadanos durante las procesiones, acciones reservadas únicamente al emperador. Hay que tener en cuenta este hecho en el marco de la política europea; el papado, deseoso de desligarse de la influencia imperial, utilizó como escusa la gobernanza de una mujer para deslegitimar la dignidad imperial y por ello coronó al rey de los francos, Carlomagno, como nuevo emperador de Occidente en el año 800. Ya en el 797, convenciendo a algunos comandantes, captura a su hijo Constantino y le saca los ojos en la sala purpura del palacio imperial, la misma que le vio nacer, muriendo días después con lo que se desharía de su único rival político, ya que también dio la misma orden para sus 4 cuñados que ostentaban por entonces el título de César, aunque éstos ya habían sido deslenguados anteriormente. Sus políticas internas se centraron en la creación de instituciones caritativas tales como refugios, centros de ancianos, monasterios, comedores… lo que hizo que se le tildara como derrochadora. Viendo como algunos de sus más fieles seguidores, como el eunuco Aecio, ya hacían planes para la sucesión, buscó ella misma asegurar su línea dinástica estableciendo de nuevo contacto con los francos, pero esta vez el objetivo era el mismísimo emperador, a quien tentó en matrimonio con ella misma, aunque finalmente no se llevo a cabo por las intrigas palaciegas en su contra. Hay que pensar en la relevancia histórica que hubiese tenido tal hecho, los dos máximos poderes en occidente unidos de nuevo en un imperio cristiano. Así que en el 802, no habiendo podido dirimir la cuestión sucesoria, Nicéforo, ministro de finanzas, (posiblemente pudiese estar relacionado con el amplio gasto que estaba realizando la emperatriz y su política fiscal) obra un golpe de estado que depone a Irene y la destierra a Lesbos donde moriría un año después, para volver a ser enterrada en Constantinopla.



JOSÉ ANTONIO OLMOS GRACIA.


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BIBLIOGRAFÍA:

- Historia medieval. Ana Echevarría Arsuaga. Julián Donado Vara. EU Ramón Areces.

- Atlas histórico de la Edad Media. Ana Echevarría y José M. Rodríguez. EU Ramón Areces

- Gibbon, Edward (1998). Decline & Fall of the Roman Empire (1998 edición). Wordsworth Editions.

- Ostrogorsky, Georg (1984). Historia del Estado Bizantino. Madrid: Ediciones Akal S.A.







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