EL CALIFATO ABASÍ Y LA DISGREGACIÓN DEL ISLAM
Bagdad en la época abasí.
En el año 750, tras una rápida expansión de los 4 califas rashidum y posteriormente la dinastía omeya, que en aproximadamente un siglo habían conquistado desde la nada uno de los mayores imperios de la historia, llega al poder la dinastía abasí. Diciéndose descendientes de un tío de Mahoma, y aprovechando los malos momentos de los omeyas, así como la dudosa legitimidad de estos, el descontento de los muladíes (nuevos musulmanes), las disgregación administrativa y las crecientes cargas fiscales, Abu I Abbas al Saffah y su hermano Abu Ya far al Mansur, se hacen con el poder con la ayuda de los chiitas y el predicador Abu Muslim, venciendo a los omeyas en Zab (750) y asesinado a casi toda la familia en Egipto, en una cruenta cena al estilo de la serie Juego de Tronos. Una de sus primeras empresas, tras eliminar la resistencia, fue la fundación de una nueva capital, Bagdad. De forma circular y estratégicamente emplazada entre las rutas de Irak, Irán y Siria, se convirtió en una de las mayores ciudades de la época, con una población superior a los 300.000 habitantes. Con la nueva dinastía, se introdujo una administración centralizada, un aumento de ingresos y las influencias persas a la corte, creándose nuevos cargos como el de visir, una especie de valido del califa. Se creó una red entorno al califa de familiares y clientes que se repartían cargos y tierras, sirviendo de gobernadores de territorios o jefes militares, aunque esto no evitó las aspiraciones regionales y autonomistas de sus súbditos. El mayor auge del imperio, aunque no se dieron prácticamente conquistas, y tan solo se realizaron expediciones de castigo dentro del imperio o contra la frontera Bizantina, pues su cometido principal fue el de afianzar las anteriores y crear un estado eficiente, llegó con el famoso califa Harun al Rashid (786-809), protagonista de Las Mil y Una Noches, debido al prestigio que alcanzó el califato y Bagdad, incluso ante sus vecinos bizantinos y Constantinopla. A pesar de ello, tuvo que hacer frente a numerosas rebeliones y al duro enfrentamiento por el comercio mediterráneo con el Imperio carolingio, que debilitó al califato. A partir de aquí comienza la decadencia, pues Harun tomó la decisión de partir su imperio entre sus dos hijos y uno de ellos, al Ma mum, que enseguida conquistó la parte de su hermano, abrazó el Mutazilismo como religión oficial, nombró heredero a alguien no vinculado a Alí y trasladó la capital a Samarra debido al descontento y la guerra civil que se había provocado, dejando una guarnición de esclavos turcos (mamelucos) al frente de Bagdad. Estos turcos, comenzaron a adquirir un gran poder, haciéndose con cada vez más posesiones y cargos y decidiendo quién gobernaba, pues en el 861, llegaron a asesinar a un califa. A partir del año 800, los califas, además de las fuertes revueltas, el descontento social y la inestabilidad política, tuvieron que ver como diferentes provincias comenzaban a independizarse, ya que aunque teóricamente seguirían dependiendo temporalmente del califa religiosamente tributariamente, en seguida se romperían esos lazos y formarían estados totalmente independientes.
ORGANIZACIÓN FISCAL, ECONOMIA Y COMERCIO.
Tras el cambio de dinastía en el Imperio y con la rápida expansión inicial ya frenada, se empezó a establecer un sistema de tenencias y tributos para sostener el enorme estado creado.
En cuanto a los impuestos, o fiscalidad como lo llaman hoy en día para que parezca más amable, se establecieron 3 impuestos pecuarios y uno de prestación personal:
- Zakat: En principio era la limosna, uno de los primeros pilares del Islam, que pronto fue fiscalizada y convertida en impuesto. Solo los musulmanes contribuían.
- Jaray: Era el impuesto sobre las tierras propias. En principio solo la pagaban los dimmíes (ciudadanos de las otras 3 religiones permitidas: judíos, cristianos y zoroastras), pero también acabarían pagándola musulmanes que adquirían tierras que ya estaban adscritas a ese tributo.
- Yizya: Tributo personal pagado por los no musulmanes para poder seguir profesando su fe y a cambio de protección militar. Más tarde, acabarían pagando también los musulmanes.
- Corvea: Prestación personal presente en muchos territorios que consistía en la obligación de trabajar en las construcciones del califa. Para artesanos y trabajadores.
EL Jaray y la Yizya, se establecieron con el fin de hacer atractiva la conversión al islam de los pueblos recién conquistados, pues además de ser mayoría, lo que hacía casi imposible su conversión por la fuerza, el deseo de pagar menos dinero y poder ascender socialmente era mucho más atractivo, en unos momentos de la historia en que a la mayoría de la plebe, estar gobernados por una religión o país, les suponía casi lo mismo. Es por ello, que cuando la plebe comenzó a islamizarse, los gobernantes tuvieron que traspasar estos impuestos a los propios musulmanes.
En cuanto al uso y tenencia de tierras, los tratados de derecho islámico distinguían 4 tipos de tierras:
- De propiedad individual, muy escasas, salvo en los territorios primigenios de Arabia y en Mesopotamia.
- Las tierras teóricamente comunitarias, cuyo usufructo lo tenían los dimmíes, a cambio de pagar el Jaray.
- Las de propiedad de la comunidad, llamadas umma, en la que se distinguen dos tipos:
• La cultivada por aparceros al servicio de las autoridades de la zona.
• La cedida en usufructo a miembros de la comunidad, llamada también Iqta, con la obligación de cultivarla y pagar el Zakat o limosna. Estas tierras sirvieron para pagar a los soldados que se usaban en las campañas de expansión. Este modelo tenía una similitud con los feudos cristianos, salvo que el dueño o iqtdar, no tenía autoridad sobre los habitantes. Además, al contrario que con los feudos occidentales o los themas bizantinos, la inexistencia de un sistema de primogenitura, impidió que se crearan grandes terratenientes.
- Tierras de manos muertas. Las rentas de estas tierras se concedían a instituciones religiosas para sostenibilidad y su regulación era bastante estricta.
Por último, y a modo de ejemplo, las tierras sujetas al Jaray, pagaban entre un 25 y 40%, dependiendo de si eran de secano o regadío, y las sujetas al Zakat, entre un 5 y un 10%, existiendo exención para determinados productos.
La economía agraria preferida se basaba en la irrigación mediante canales. Su construcción y mantenimiento se financiaba públicamente y estaba controlada por agentes del estado. Aun así, la mayoría de cultivos eran de secano, que se abastecían del agua de lluvia o de pozos y se abonaba con cenizas o estiércol, practicando el barbecho y rotación de cultivos.
En cuanto a los cultivos, se introdujeron nuevas especies como la espinaca, la berenjena, el arroz o el melón, permitiendo una segunda cosecha en época estival. Los cultivos arbóreos se componían de plataneros, cocoteros, naranjos o plantas tintoreras como el índigo.
Las principales rutas comerciales confluían en la capital, Bagdad. Estas eran, por ejemplo, la mediterránea, que se canalizaba desde la ciudad de Alejandría o la del golfo pérsico, desde cuyos puertos se llegaba a Yemen, África, India o china.
El comercio exterior se practicaba a través de grandes mercaderes, que debían pagar las aduanas correspondientes y depositaban sus mercancías en las alhóndigas, casas públicas para el comercio de productos. Estos grandes mercaderes, se valían de corredores por todas sus rutas, no siendo necesariamente musulmanes, pues también utilizaban a cristianos, judios, sirios o armenios. El comercio de larga distancia se centraba sobre todo en productos en conserva o manufacturas de lujo, por lo que cada región se especializó en la producción de un determinado bien. Por ejemplo, lino en Egipto, seda en Jurasán o brocados de Tustar.
El estado, además de las ya mencionadas aduanas, de donde los tenía una importante fuente de ingresos, también estableció monopolios con ciertos productos como el alumbre, el hierro o la madera, siendo en único autorizado a comerciar con ellos y pudiendo regular los precios y ventas a su antojo. El comercio de sedas y especias desde oriente, estuvo monopolizado por los diferentes estados que surgieron en oriente próximo hasta el descubrimiento de una ruta marítima que bordeaba África por Vasco da Gama en 1498, pues hasta ese momento el comercio de estos productos se hacía exclusivamente por tierra y se distribuía desde los puertos del Levante y Egipto al resto de Europa.
LA DISGREGACIÓN DEL ISLAM.
AL-ÁNDALUS OMEYA
A diferencia de los diferentes territorios del califato abasí independizados a partir del siglo IX, la separación de este territorio, que abarcaba las posesiones en la península ibérica, llegó mucho antes que las demás, de hecho, este territorio nunca llegó a ser controlado por los abasíes, ya que tras su revuelta y toma del poder, y el asesinato de casi toda la familia omeya en el 756, Abderramán el emigrado consiguió huir a al-Andalus aprovechando los contactos de su madre de origen bereber y aglutinar en torno a su persona a numerosos funcionarios y personalidades descontentos con el califato, pudiendo proclamar la independencia y establecer un emirato. Sin embargo pronto surgirían los primeros problemas: Las cuestiones fiscales, las diferencias tribales o el la desigualdad entre los primeros musulmanes y los que llegaron después, protagonizaron la política con revueltas como las de Córdoba en 805 y 818 o la jornada del foso en Toledo, en 797.
Además de estas revueltas locales, se le sumaron otras de mayor calibre, como la de Abderramán ibn Marwan “el gallego” que controló un extenso territorio entre Badajoz y Huelva o ibn Hagsun en Ronda, que amenazó seriamente la autoridad del emir.
En el 929, Abderramán III será el primer gobernante en romper definitivamente los lazos religiosos con el califato de Bagdad al proclamarse califa. Esta fue una época de esplendor, pues consiguió dominar a los reinos cristianos y acabar con la disidencia interna. De esta época data la construcción de la ciudad palaciega de Medina Azahara.
El hijo de Abderramán, al-Hakam II, continuó su obra, siendo recordado como piadoso y culto, reunió una importante biblioteca, amplió la mezquita de Córdoba y defendió con éxito las fronteras, mientras los grandes estados de la época, como los carolingios y bizantinos, enviaban embajadas a su corte.
Durante la minoría del hijo de Hakan, Hisham II, su madre asumió la regencia, valiéndose del famoso Almanzor para tener el respaldo del ejército. Se reformó este eliminando el antiguo sistema de castas tribales, potenciando el uso de mercenarios, colocando en los puestos de responsabilidad a personas de su total confianza como esclavo es o beréberes.
En esta época se realizaron más de 50 expediciones contra los reinos cristianos, llegando incluso hasta la mismísima Santiago de Compostela en 997. A la muerte de Almanzor, su hijo Abd al-Malik heredó el puesto de su padre, sin embargo no consiguió consolidar su obra y el califato se desmembró tras una fitna o guerra civil que dio lugar en 1031 a los primeros reinos de taifas.
LOS AGLABÍES.
Durante el califato de Harun al-Rashid, se otorgó el mandato de la provincia de Ifriqiya título hereditario al comandante al-Aglab, de quien viene el nombre de la dinastía. En principio debía tributo y reconocimiento al califa en la oración de los viernes, pero en 800, su hijo Ibrahim, se independizó estableciendo su capital en Qayrwan, importante centro comercial y religioso que hoy corresponde a la ciudad tunecina de Kairuán.
Sus primeras acciones fueron la represión de rebeliones de parte de varias tribus beréberes de la zona, para después, aprovechando el descontento de la población siciliana respecto a sus gobernantes bizantinos, lanzarse a su conquista. Un ejército de árabes, andalusíes, beréberes y persas, con la ayuda de los propios sicilianos, realizaron una costosa conquista que finalizó tras un largo asedio a Siracusa en el año 878, aunque los bizantinos mantuvieron algún enclave hasta el 902, los aglabíes aprovechaban las nuevas posesiones que iban conquistando, usándolas como plataforma para realizar otros ataques. Por ejemplo, en 846 se envió una expedición que saqueó Roma y en 868 ocuparon Malt. También obligaron a numerosas ciudades costeras italianas y a la isla de Cerdeña a pagar tributo. A pesar de su rápido ascenso, la larga guerra contra bizantinos, las rebeliones internas de tribus beréberes, agotaron los recursos del emirato. Ese mismo año, el emir fue asesinado por ismaelíes, aprovechando la tribu Kutama de rama chií, par hacerse con el poder y fundar la dinastía fatimí. Sus últimos territorios quedaron enclavados en Sicilia, pero pronto aprovecharon lombardos y bizantinos par recuperar territorios y en 948, los Kalbies, familia de gobernadores designados por los fatimíes, relevaron definitivamente a los últimos aglabíes.
LOS TULUNÍES.
En Egipto, una familia de esclavos turcos fue designada por el califa para gobernar la provincia, siendo el primer emir Ahmad i no Tulun. Apoyado por el ejército y el pueblo, consiguió que el califa le diera autorización para disponer libremente de las rentas a cambio de tributo y reconocimiento en las oraciones del viernes. Establecieron su capital cerca de Fustat, en al Qatar, llegando a ocupar Palestina y parte de Siria gracias a los mercenarios turcos. Tal fue su poder que incluso llegaron a emparentar con la familia del califa abasí. Sin embargo, el poder fue efímero, pues en el 905, el califa al Muktafi reconquistó los territorios que estarían en manos califales hasta la llegada de los fatimíes en 969.
EL CALIFATO FATIMÍ.
En 909, un chiita huido de Siria llamado Ubayd Allah, llegó a La Tunez aglabí y tras proclamarse en Enviado, consiguió hacerse con el poder. Su liderazgo fue muy discutido, ya que la mayoría de la población era sunita. Desde Ifriqiya, comenzaron una expansión hacia el este con la intención de acabar con el califato abasí. Aunque antes de esto, debieron derrotar a los andalusíes y hacer frente a la rebelión de Sicilia y Cerdeña, que quedaron fuera de la órbita fatimí hasta 948 que volvieron a ligarse a estos. A pesar de los importantes esfuerzos para convertir a la población al chiismo, las misiones no tuvieron mucho éxito, por lo que los fatimíes, apoyados por la tribu Kutama, avanzaron hacia Egipto. En 969, tras firmar una paz con los bizantinos, conquistaron Egipto y fundaron El Cairo junto a la ciudad de Fustat. Habiendo conquistado un importante territorio, los fatimíes se autoproclamaron califas en contraposición con los abasíes, a quienes se enfrentarías abiertamente. En Ifriqiya, tras el desplazamiento de los fatimíes a Egipto, la población se rebeló y masacro a todos los chiitas que se habían quedado en la zona en los años 1016/1017.
A pesar de esto, el nuevo califato siguió avanzando hacia el oeste, conquistando Siria y Arabia. Llegó una época de esplendor con la construcción de mezquitas y una importante actividad comercial y cultural.
A pesar del esplendor alcanzado, sobre todo gracias al comercio internacional con los estados italianos, a la centralización del estado en la que se aceptó a funcionarios cristianos y de otras etnias o la explotación del oro nubio, este fue efímero, pues entre 1071/1076 los turcos selyúcidas arrebataron Jerusalén y Damasco, en el Magreb cada vez se perdía l poca soberanía que quedaba, Sicilia cayó a manos de los normadnos en 1036 y Trípoli se independiza en 1051.
La crisis que colmó el vaso llegó por varias razones: Grandes enfrentamientos en las sucesiones debido al extraño modo de designar al nuevo califa, las luchas por ostentar el cargo de gran visir, que a la postre, era quien ostentaba casi todo el poder, las disputas entre los diferentes etnias, como egipcios, beréberes, eslavos, griegos… la ya mencionada diferencia de fe entre gobernantes y súbditos y las épocas de hambrunas que azotaron al califato. A mediados del siglo XII el dominio fatimí se reducía a Egipto, hasta que tras pedir ayuda a los ayubíes, Saladino acabó con la dinastía para imponer la suya en 1171.
EL FIN DEL CALIFATO ABASÍ.
Tras los problemas analizados en los post anteriores, los abasíes fracasaron en su intento de unificar al mundo musulmán bajo un solo imperio. Tras el asesinato del califa al-Mutawakkil en 861 y el nombramiento de nuevos califas en al-Ándalus omeya y Egipto fatimí, perdieron, además del control militar y administrativo de amplias zonas, la legitimidad del califa como única cabeza del Islam. Aun así, muchos territorios independizados, o como veremos más adelante, dinastías que ocuparon diferentes territorios, seguirían usando a los califas abasíes como títeres en sus estados para legitimarse bajo títulos como sha o sultán.
A partir del finales del siglo IX tres dinastías ocuparon los territorios que les quedaban: Iraq, Irán, Mesopotamia, Jurasán, Transoxiana y Afganistán. Primero llegaron los samaníes, que ocuparon la parte oriental, en 934, los buyíes chiitas se hacían con los territorios más occidentales y pocos años después, los turcos Gaznavíes, se hacían con la parte oriental en detrimento de los samaníes.
A partir de aquí habrá una gran convulsión en los antiguos territorios abasíes, los turcos oguz, entrarían desde el este y conquistarían todos los territorios hasta el Levante, fundando la dinastía selyukí, siendo designados sultanes por el califa en 1055, y venciendo a los bizantinos en Manzikert en 1071, consiguiendo entrar en Anatolia, aunque solo 4 años después, la gran variedad étnica y el arraigado nomadismo, fraccionaron el territorio en múltiples estados, lo que unido a las cruzadas y a los enfrentamientos con los fatimíes, harán llegar al poder en la zona de Levante y Siria a los ayubíes con Saladino como fundador en 1171.
En 1180, con el califa al-Nadir, los abasíes tuvieron un momento de esplendor en el que consiguieron recuperar una porción de territorio en torno a Bagdad, sin embargo, en 1258, los mongoles arrasaron Bagdad y pusieron fin a la dinastía.
Policía local de profesión, desarrolla su cometido en la categoría de oficial en el municipio de Huesca, contando con casi 15 años de servicio y varias distinciones. A pesar de que su afán por la historia le viene desde pequeño, no fue hace mucho cuando se decidió a cursar estudios universitarios de Geografía e Historia en UNED y comenzar en el mundo de la divulgación a través de las redes sociales. Actualmente administra el blog elultimoromano.com así como páginas en Instagram y Facebook con el mismo nombre. Además, colabora con revistas, páginas, asociaciones, blogs relacionados con la divulgación histórica y es miembro de Divulgadores de la Historia.
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- Historia medieval. Ana Echevarría Arsuaga. Julián Donado Vara. EU Ramón Areces.
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