ÓRDENES MILITARES DE LA EDAD MEDIA. ¡DEUS VULT!





En el siguiente artículo vamos a dar un breve repaso por las diferentes órdenes militares que se crearon como consecuencia de las cruzadas en Tierra Santa y España.
A pesar de los posibles antecedentes de instituciones similares en los ribats islámicos o en las cofradías militares hispanas durante el siglo XI, la primera orden militar se configura tras la toma de Jerusalén por la primera cruzada. En 1129, Hugo de Payns, un noble francés de segunda, obtiene del Papa la autorización para crear la Orden de los Caballeros del Templo de Jerusalén. Además de esto, Hugo llegó a confeccionar junto con el famoso predicador y artífice de la expansión de la orden del Císter por toda Europa, Bernardo de Claraval, el tratado De Laude Novae Militiae.
Las funciones principales eran las de escolta de peregrinos, lucha contra el infiel en Tierra Santa, aunque más tarde se expandió por Europa, y mantenimiento de los Santos Lugares. Su papel militar fue fundamental, pues constituían verdaderos estados paralelos con poderosos ejércitos, determinantes en muchas batallas. Para llevar a cabo su labor adoptaron un administración jerarquizada con un gran maestre al frente de lo militar y un prior de lo religioso. Como veremos en siguientes post, algunas órdenes fundaron numerosos centros por toda Europa, obteniendo grandes riquezas procedentes de las tierras que poseían, donaciones y pagos por diferentes servicios. La división territorial se formaba por encomiendas, que era la unidad básica y cuya unión formaba un maestrazgo. Por último, aunque se exigían los tres votos monásticos para la admisión en estas, algunas de ellas matizaron el de castidad o aceptaron a agregados como “familiares” de la orden.






LA ORDEN DEL SANTO SEPULCRO.


Esta orden, que hoy en día sigue en vigor, es la que ostenta la máxima longevidad de todas, pues su fundación, data de 1098 cuando recién conquistada Jerusalén en la primera cruzada, Godofredo de Bouillón primer gobernante del reino bajo el título de Protector del Santo Sepulcro, crea la orden, reservando así el maestrazgo sobre la orden a los reyes de Jerusalén. Balduino I, sucesor de Godofredo, dotó de estatutos a la orden de los que se tomaría ejemplo para las futuras órdenes del Temple y el Hospital. En esta orden existirían dos ramas, una canónica, y otra militar, encargada de hacer la guerra. A partir de ahí su misión fue la de proteger el Santo Sepulcro y participar en las acciones bélicas en Tierra Santa, destacando los asedios de Tiro, Damasco o Acre. Cuando en 1187 Saladino toma Jerusalén, la orden abandona Tierra Santa para dirigirse a Europa, pues a diferencia de otras órdenes, solo tenía posesiones en torno a Jerusalén. En el viejo continente se dedicaron al rescate de prisioneros cristianos y a seguir batallado al Islam, sobre todo en España, donde se les otorgó numerosas tierras, la gran mayoría en la zona de la Corona de Aragón. En 1489 Inocencio VIII los incorpora a la Orden del Hospital y se reserva el título de gran maestre, aunque en algunos sitios como España o Francia no les afectaría por las protestas de sus gobernantes y mantendrían su autonomía. En 1868 Pio XII volvió a conferirles estatutos y desde entonces se dedica al mantenimiento del patriarcado católico en Jerusalén, pues unos años antes se firmaría un acuerdo entre la Santa Sede y el sultán otomano para la restauración de este patriarcado en Tierra Santa. En la actualidad siguen operando en Tierra Santa y otros lugares ayudando a los cristianos, contando con altas personalidades como jefes de estado, ministros o famosos como miembros.










LA ORDEN DEL TEMPLE.


En 1118, nueve caballeros franceses parten hacia Palestina con rumbo a la recién conquistada Jerusalén. Allí les recibió el rey Balduino II, que les cedió una estancia junto al Templo de Salomón donde vivirían en comunidad. En 1128, hacen votos de castidad, pobreza y obediencia y Hugo de Payns se convierte en el primer maestre de la orden que se regiría por una orden agustina redactada por San Bernardo de Claraval aprobada en el concilio de Troyes y que conminaba a que los caballeros debían rezar las horas canónicas, su alimento debía ser sencillo en común y con lectura espiritual, debían vestir de blanco y no usar melena, no podían pegar a los sirvientes ni poseer bienes propios, no abandonarían nunca a un compañero en la batalla y debían combatir aunque la desventaja fuera de tres contra uno.
Tras la creación, el maestre recorrió los estados europeos en busca de nuevos miembros consiguiendo unos 300 nuevos reclutas. A partir de entonces la orden sufrió una rápida expansión por toda Europa y Palestina, donde crearon un ejército permanente que participaba en todas las acciones bélicas en Tierra Santa, como por ejemplo en la batalla de Áscalon de 1153 en la que murió su gran maestre Bernardo de Tremolay. Pero no todo eran acciones ofensivas contra el Islam en Tierra Santa, pues muchas veces establecían contactos diplomáticos con otros estados musulmanes de la zona e incluso estrecharon lazos con la famosa secta de los asesinos, de la que llegaron a tener como tributarios algunos de sus territorios. Acumularon cientos de posesiones y tierras por toda Europa y Palestina, provenientes de donaciones y conquistas creando una poderosa administración paraestatal con una gran independencia política, militar y civil, ya que solo estaban sujetos al Papa. Debido a sus numerosas posesiones repartidas por Europa, impulsaron el comercio y adquirieron una gran flota, con la que además se dedicaban al transporte de personas y bienes, lo que unido a la recaudación de sus propios impuestos y donaciones, les otorgó una riqueza boyante. Se calcula que en el siglo XIII la orden estaba compuesta por unos 20.000 miembros y recaudaba unos 50 millones de francos anualmente, lo que les valió para financiar no solo sus propias campañas, si no la de reyes como el de Francia o Inglaterra.
A esta orden siempre le rodeó un aura de esoterismo, pues se decía que realizaban ritos y doctrinas secretas parecidas a la de los asesinos, utilizaban la alquimia, practicaban el simbolismo o la sodomía. Aun hoy en día, este aura les sigue rodeando, atribuyéndoles mitos como el del Santo Grial, por ejemplo.
A finales del siglo XIII y principios del XIV, el rey francés Felipe IV, resuelto a restablecer el poder real en Francia, luchaba contra el poder eclesiástico y en concreto contra el Papa Bonifacio VIII y la independencia de la Orden del Temple, por lo que urdió un plan para su destrucción, que además le reportaría grandes riquezas con la confiscación de sus bienes. Basándose en el testimonio de dos desertores de la orden, ordenó la detención de todos sus miembros en Francia, pidiendo a sus homólogos europeos que hiciesen lo mismo. Se les sometió a torturas inhumanas, haciendo que confesasen los más oscuros pecados de los que se les acusaba y aunque el Papa pidió que los prisioneros le fueran entregados, ya no había nada que hacer, pues con tales confesiones el Papa se vio obligado a dejarlos a su suerte.
En 1309, 45 templarios murieron en la hoguera y el 3 de abril de 1312, el Papa promulgó la bula Vox In Excelso, por la que declaraba suprimida la orden. Felipe conseguía así su propósito de acabar con la orden y confiscar todos sus bienes, además de doblegar a la Iglesia. En 1314, en la isla de la Cité, fueron quemados sus altos cargos tras negarse a declararse culpables. Cuenta la leyenda que cuando las llamas consumían al gran maestre, este maldijo al rey francés y al Papa que allí se encontraban, gritándoles que en menos de un año se reunirían con él. Esta quema fue realizada en 19 de Marzo, en abril moriría el papa y en noviembre Felipe IV.
La orden, aunque suprimida, no fue condenada por el Papado, por lo que su lema «Non nobis Domine, non nobis. Sed nomini tuo da glori an» (No a nosotros Señor, no a nosotros. Sino a tu nombre da gloria) aun siguen resonando.








LA ORDEN HOSPITALARIA.

La orden, que ha cambiado de nombre debido a sus traslados durante la historia, es conocida como Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta. Su fundación data del 1048 cuando en Jerusalén, los comerciantes amalfitanos fundaron un hospital par peregrinos junto al Santo Sepulcro con el beneplácito del califa fatimí, pues recordemos que la ciudad aún estaba en manos musulmanas. Pero no sería hasta 1113 cuando el Papa les otorgó mediante bula el reconocimiento de orden, por lo que, unido a que solo era una orden religiosa, no es considerada la más antigua a pesar de su temprana fundación. Adoptando la regla de San Agustín, su primera misión fue la de atender a los peregrinos que acudían a Tierra Santa, hasta que en 1140 adquiere también un carácter militar. Trasladó su sede al famoso castillo de Crac de los caballeros, teniendo que moverla a Acre tras la caída de Jerusalén y a Chipre tras la conquista de esta última. Además, como muchas otras órdenes, expandieron sus dominios por Europa, organizando estos por un sistema de prioratos dependiendo de la lengua que se hablara en cada dominio. Ya en 1310 la orden se instala en la isla de Rodas, donde tras fortificarla, aguantaron los envites de musulmanes y la orden pasa a ser solo de carácter militar, realizando fructíferas acciones de corso por la zona y acuñando su propia moneda. Solo pudieron ser expulsados en 1522, cuando Solimán el Magnífico, tras un largo asedio de 6 meses, asaltó la isla con un potentísimo ejército en 1522. 8 Años después, Carlos I de España les concedió la isla de Malta, entre otras posesiones más pequeñas en la zona, ya que sabía del potencial de estos para la defensa y navegación, estableciendo una barrera entre España y el turco. Sin embargo, el avance del protestantismo, hizo perder muchos prioratos a la orden, que entró en crisis y vería como en 1665 los otomanos asaltaban la isla con la intención de anexionarla. El asedio, en el que participaron caballeros, milicias maltesas y guarniciones españolas fue épico, tras meses de aguantar el asedio contra un ejército 10 veces superior, perder el fuerte de San Telmo tras unas batallas heroicas, el 7 de septiembre, con la isla a punto de ser rendida, un ejército español de socorro desembarcó en la isla proveniente de Sicilia, haciendo huir a los otomanos que también se encontraban al límite de sus fuerzas y habían perdido una gran porción de su ejército. La orden mantuvo la isla hasta que en 1798 Napoleón se la anexiono y dos años más tarde pasó a manos inglesas. Después de pasar por varias sedes la orden se estableció en Roma en 1834, volviendo a su misión hospitalaria, sobre todo en las dos guerras mundiales. Hoy en día la orden cuenta con el reconocimiento de las Naciones Unidas, donde posee un lugar como miembro observador con el nombre mencionado en el inicio.








LA ORDEN TEUTÓNICA.

Fundada durante el sitio de Acre en la Tercera Cruzada por soldados alemanes que establecieron un hospital con las velas de los barcos. En 1198 la orden recibe la bula del Papa que los reconoce como orden, estableciendo así su doble carácter hospitalario y militar. Durante su estancia en Tierra Santa su sede fue cambiando entre Acre y el castillo de Monfort. En 1291, con la caída de Acre, lo caballeros abandonaron para siempre Tierra Santa junto con el resto de cruzados. Durante este tiempo, la orden y se había expandido por Europa con posesiones como el castillo de Bran (el famoso castillo de Drácula) en lo que por entonces era el reino de Hungría y de donde fueron expulsados por negarse a ponerse bajo las órdenes del rey en 1225. Ya en 1226, con la autorización del emperador del Sacro Imperio, y en ayuda del ducado de Mazovia, se unieron a las cruzadas bálticas con el fin de cristianizar la zona donde todavía practicaban el paganismo. Estas cruzadas les reportaron la conquista de varios territorios, estableciendo en Prusia un estado autónomo comenzando una repoblación de los territorios en lo que se denominó la Gran Marcha al Este de germanos. Tuvieron diversos conflictos con sus vecinos polacos, rusos y sobre todo, lituanos, quienes se resistían a la cristianización y cuya guerra duró más de 200 años, aún después de la cristianización del país y que finalizó en la batalla de Tanenberg con la victoria polaco-lituana. En 1525, el gran maestre se convirtió al protestantismo y la orden se convirtió en el ducado de Prusia. Aun así la orden siguió poseyendo propiedades en el Sacro Imperio o en España, quedando adscrita a la casa Habsburgo. Muchas de estas propiedades fueron perdidas con las conquistas napoleónicas, y en 1923, la orden perdió su carácter bélico pasando a ser únicamente religiosa hasta hoy.









LA ORDEN DE SANTIAGO.

Durante el siglo XII, en Extremadura, se libraba no solo una disputa entre los cristianos y los musulmanes, si no entre los propios reinos cristianos por el control de importantes plazas entre la que destaca Mérida, pues aunque los honores como antigua sede episcopal hispana se habían transferido a Santiago de Compostela, quien se hiciera con ella podría volver a reclamarlos, dejando al reino de León sin sede y teniendo que subordinarse a Portugal o Castilla que ya contaban con una. Esto hizo que los leoneses emprendieran una campaña por recuperar Cáceres y Badajoz a los portugueses con ayuda almohade en 1169. Estos almohades se estaban rearmando y realizando cada vez más ofensivas hacia los reinos cristianos, por lo que estos solicitaron ayuda a las órdenes militares de templarios y hospitalarios, recibiendo una respuesta negativa ya que alegaban que su principal misión era defender Jerusalén y los peregrinos. Fue así como se llegó a la conclusión de que había que formar órdenes exclusivas en territorio ibérico y en 1158 se crearía la Orden de Calatrava, la primera de todas y de la que hablaremos en otros artículos. Así llegamos a 1170 cuando el arzobispo Pedro de Compostela recibe la promesa del rey castellano Fernando II de entregar la jurisdicción de Mérida a este para establecer allí su sede episcopal. Tras esto, Pedro entró en contacto con la recién creada congregación de los Frates de Cáceres, ofreciéndoles crear una orden militar, cuyo nombre sería el de Santiago en honor al patrón español, siendo ratificada por una bula del Papa Alejandro III en 1175. La regla que seguirían sería la Agustina, lo que les confería un doble carácter militar y hospitalario, como la Orden de Malta y además les eximía del voto de castidad, permitiendo casarse a los miembros no religiosos. En 1230, el maestre de la orden, bastardo del rey Alfonso IX, conquistó Mérida junto a su padre y el arzobispo de Compostela, a quien confirmó la promesa de su predecesor de entregar los derechos sobre la ciudad, aunque al año siguiente este tendría que entregar la mitad de la ciudad a la orden a cambio de su defensa.
Durante este tiempo la orden se había hecho con numerosas posesiones, especialmente por la actual Castilla-La Mancha, estableciendo su capital en Uclés en 1174. Participaron en prácticamente todas las acciones de la Reconquista, lo que les valió la adquisición de más posesiones conforme la frontera avanzaba hacia el sur. Notable fue también su intervención en sitios como el de Cuenca, su defensa del castillo de Uclés tras la derrota en Alarcos en 1195, la decisiva victoria en Las Navas de Tolosa en la que murió el mismísimo maestre o el sitio de Sevilla, donde se dice que se les apareció la Virgen María. Durante el siglo XIV la orden tuvo varios problemas internos, sobre todo por el intento de intromisión de los reyes castellanos que deseaban poner como maestres a sus títeres, sin el beneplácito de la asamblea de los trece y la confirmación de Papa, pero tras varias batallas, asesinatos en intrigas, la orden se repuso y durante el siglo XV se le encomendó la repoblación de tierras en Andalucía y Murcia, aprovechando para avanzar por Extremadura y Sierra Morena. En 1474 el maestre de la orden, Juan Pacheco, marqués de Villena, abdicó a favor de su hijo, lo que creó un gran revuelo interno y se nombraron de maestres, hasta que los Reyes Católicos decidieron intervenir temporalmente y restablecer el orden; después de esto los de Santiago participarían en la Guerra de Granada, acabando con más de 7 siglos de presencia musulmana en la península. Durante los siglos siguientes, la orden se convirtió en una institución de prestigio codiciada por altas personalidades, teniendo miembros como Velázquez, Quevedo, duques o miembros de la realeza. Los requisitos para entrar a la orden se volvieron más elitistas, pues su necesidad una vez finalizada la reconquista dejó de ser importante, por lo que se debía de acreditar ascendencia hidalga, pureza de sangre, buena conducta y pasar 3 meses sirviendo en galeras. Posteriormente, se volvería a cambiar las reglas de admisión relajándose los requisitos.








LA ORDEN DE CALATRAVA.

Teniendo el mérito de ser la primera orden hispánica, su historia da comienzo cuando en 1158, el rey castellano Sancho III entrega la ciudad de Calatrava, importante bastión para la defensa de Toledo al estar enclavada estratégicamente entre esta y la frontera, a los monjes de Fitero. La ciudad había sido reconquistada por su padre, Alfonso VII en 1147, entregando la ciudad a la Orden del Temple, que tras varios años de aguantar a duras penas, decidió devolver la fortaleza y dar la empresa por pérdida con la excusa de que su misión fundamental estaba en Jerusalén. Por tal motivo, su sucesor, Sancho, quiso encargar a estos monjes su defensa, cuyo abad, Raimundo, junto a uno de sus monjes llamado Diego Velázquez, se ofrecieron voluntariamente a hacerse cargo de la ciudad. Los musulmanes, que se encontraban al acecho de la fortaleza, vieron como los monjes reclutaron un poderoso ejército de casi 20.000 soldados, por lo que decidieron dar la vuelta y no entablar batalla. A partir de entonces la orden se subdividió en las dos ramas comunes: la religiosa que se iría a Ciruelos y la militar a Ocaña. Se les dotó con una regla cisterciense entre las que se exigía además de los tres votos, el de silencio, ayuno o vestimenta, pues se les obligaba a dormir con la armadura y vestir con un hábito blanco con la cruz de la orden. Durante el medio siglo siguiente la orden fue adquiriendo terrenos en Castilla y Aragón, organizándose en encomiendas, hasta que, en 1995, tras la derrota cristiana de Alarcos, se pierde la fortaleza de Calatrava, teniendo que evacuar a Ciruelos a los supervivientes. Esta derrota dejó a la orden en serio peligro de desaparición, pero en 1198, una expedición de unos 400 caballeros y 700 peones, se adentraron decenas de kilómetros en territorio islámico y tras un golpe de mano inesperado, conquistaron la fortaleza de Salvatierra. Allí trasladaron su sede y quedaron enclavados en medio de territorio enemigo, aguantando a sangre y fuego hasta que en 1211 en califa almohade al-Nasir envió un potente ejército que consiguió recuperar la fortaleza. Esto supuso un duro golpe por la cristiandad, pues los monjes de Salvatierra ya eran leyenda en toda Europa, lo que desembocó que el año siguiente, con el apoyo del Papa y con tropas venidas del extranjero, los reyes cristianos de Castilla, Aragón y Navarra, mandaran un ejército a combatir al almohade, al que vencieron en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, inclinando de una vez por todas la balanza de poder en la península hacia los reinos cristianos. Tras esto la orden fijó su capital en el castillo de Dueñas, junto a Salvatierra, al que dieron el nombre de Calatrava la Nueva, y desde donde ayudaron en el avance cristiano hacia el sur, adquiriendo nuevas encomiendas en Andalucía. El apoyo de la orden en las batallas era determinante, pues era capaz de armar hasta 2000 caballeros para ponerlos al servicio del respectivo rey cristiano, un número nada desdeñable para es época. En 1487, Fernando II de Aragón, consiguió ser nombrado maestre de la orden y desde entonces todos los monarcas españoles portarían el título. Tras el fin de la reconquista sus obligaciones fueron aflojando hasta quedar solo como órganos recaudadores en sus dominios y como institución honorífica. En 1855, tras varios intentos de confiscación, sus bienes fueron secularizadnos en 1855 por la desamortización de Pascual Madoz durante el Bienio Progresista. El Papa tuvo que restablecer la orden en 1875 tras ser suprimida en la Primera República, llegado hasta la actualidad como institución honorífica y contando con un monasterio femenino en en Moralzarzal.







LA ORDEN DE ALCÁNTARA.

El primer documento que atestigua su fundación data de 1175, en la que una bula papal cita una congregación de freires de la orden de Pereiro que se había establecido en la cuenca del rio Coa sobre 1168, dentro del reino de León de Fernando II. En 1183 la orden se militariza, adoptando además la regla de San Benito. A esta orden se le encomendó la defensa de Alcántara en 1218 tras la renuncia de la orden de Calatrava, primera encargada de su defensa, a cambio de adoptar la regla del Císter en vez de la de San Benito y de cierta dependencia respecto a esta, momento en el que adquiere su actual nombre. A partir de aquí, al igual que otras órdenes, comenzaron a expandirse adquiriendo territorios en León y Aragón.
En 1231, consiguieron reconquistar la ciudad extremeña de Magaleza, por lo que el rey Fernando III, además de entregarle la ciudad 3 años después, les encomendó la repoblación de Zalamea. a lo largo del siglo XIII, la orden participó de las conquistas en Andalucia, adquiriendo nuevas encomiendas y llegando a su punto álgido en cuanto a posesiones y participando en grandes batallas como la de Guadalhorce, Arganal o el Salado, además de participar en la toma de numerosas ciudades como Trujillo, Medellín o Granada. Como todas las órdenes, su declive empezó cuando finalizó la Reconquista. En 1492, el papa Alejandro VI concedió el título de gran maestre a Fernando II de forma vitalicia y en 1540, se suprimió en voto de celibato, por lo que la orden pasó a tener un carácter mas honorífico, empleándose para recompensar a nobles y personalidades. En los siglos posteriores, la orden fue perdiendo sus territorios durante la invasión francesa, la restauración monárquica y las dos repúblicas. En la actualidad mantiene personalidad jurídica propia, ostentando el cargo de gran maestre Pedro de Borbón.



José Antonio Olmos Gracia.



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BIBLIOGRAFÍA:


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Corral Val, Luis (1996). «Organización y vida religiosa en la orden de Alcántara desde sus orígenes hasta su incorporación a la Corona». En la España Medieval (Madrid: Universidad Complutense)

LA SOBERANA ORDEN TEUTÓNICA DE SANTA MARÍA DE JERUSALÉN.
R.ORANTOS PhD. UNIVERSITAS EXTREMATURENSIS NORBA CAESARINA. 2017. EL PAIS LITERARIO EDITORIAL

Juan G. Atienda. La orden de los caballeros teutónicos. Es. Planeta de Agostini.

La Orden de Caballería de Calatrava. Órdenes militares.es

El nacimiento de la Orden de Calatrava, primeros tiempos de expansión. Siglos XII y XIII.

Ángela Madrid Medina y Luis Rafael Villegas Díaz. Instituto de estudios manchegos, Ciudad Real, 2009.

La actividad bélica de la Orden de Calatrava. Compromiso y capacidad bélica al servicio De Dios y del rey. J. Santiago Palacios. UAM.


Ballesteros, José Antonio. “Mérida clave en la fundación de la Orden de Santiago”. 2004. Espacio, Tiempo y Forma. Serie III. Historia Medieval.

López Fernández, Manuel (2009). «El origen de la Mesa Maestral en la Orden de Santiago». Serie III, H.a Medieval. Espacio, Tiempo y Forma 22: 123-151

https://www.ordendelsantosepulcro.org/historia/

Nacimiento, desarrollo y extinción: La Orden del Temple. Martínez Artola, Miguel Ángel, 1949-Revista Tiempo de Historia.

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