HARALD HARDRADA: UN VIAJERO DE LEYENDA.

 

HARALD HARDRADA: UN VIAJERO DE LEYENDA.






PRIMEROS PASOS.

                                                    

Harald nació en 1015 en Ringerike, un pequeño reino vasallo del rey de Noruega. Poco se sabe de su niñez, apareciendo en las crónicas en la batalla de Stiklestad, donde luchó apoyando al rey noruego Olaf II contra nobles rebeldes apoyados por daneses, que ya habían invadido el país en 1028. Olaf cayó muerto en la batalla y Harald, herido de gravedad, fue evacuado por Ragnvald Brusason, conde de Orkney, y escondido en los bosques mientras recibía atención de un campesino. Cuando pudo valerse mínimamente, partió hacia Svithjod,  lo que hoy es el este de Suecia, donde se reencontró con Ragnvald y un grupo de supervivientes de la batalla, permaneciendo allí hasta la llegada del invierno.

 

RUMBO A CONSTANTINOPLA.


En la primavera de 1031, Ragnvald y Harald consiguieron reunir algunos barcos y embarcarse con los soldados hacia Rusia, llegando a la corte del gran príncipe Yaroslav I, que por entonces había unificado todos los territorios eslavo-varegos de Rusia en la Rus de Kiev.




Mapa de Rusia a principios de siglo XI 

 

El recibimiento fue caluroso, e incluso Yaroslav nombró a Harald y Ellif, hijo de Ragnvald, defensores de las tierras del rey. Los años siguientes los pasó viajando y batallando contra pechenegos, polacos o bizantinos por la Rus de Kiev, donde aumentó su fama de guerrero y consiguió reclutar más soldados además de los que huyeron con él desde Noruega. Así pues, en 1035 dejó a Ragnvald en Rusia y partió hacia Constantinopla con un contingente de hombres en busca de fortuna. Llegó a la corte donde reinaba la emperatriz Zoe Porfirogéneta con su marido Miguel IV Calafates, y en seguida consiguió el favor de esta que lo reclutó junto a sus soldados, siendo nombrado jefe de las tropas varegas (nombre que se daba a los normandos en el imperio) y batallando en las galeras contra corsarios por todo el Egeo. Su fama aumentaba, y eso hacía que más varegos acudieran para luchar a sus órdenes. Sus andanzas por el Imperio Romano de Oriente no estuvieron exentas de polémicas, pues aunque él era comandante de los varegos, los griegos tenían su propio comandate, Jorge Maniakes y en varias ocasiones surgieron desavenencias que a punto llegaron a convertirse en autenticas batallas campales, aunque Harald, siempre consiguió salirse con la suya.

 

CAMPAÑAS CONTRA LOS MUSULMANES.



Con griegos y varegos enfrentados, el emperador Miguel ordenó realizar campañas de hostigamiento contra los musulmanes que por entonces poseían Siria, Palestina, Arabia, Egipto y toda la costa norte de África hasta Marruecos, incluyendo la isla de Sicilia. En las batallas, ambos contingentes no se ayudaban bastante, incluso Harald, solo arriesgaba a sus hombres cuando luchaban solos, eso si, obteniendo siempre victorias, lo que despertó murmullo entre las tropas que pensaban que les iría mejor con Harald como único comandante. Esto, unido a las ya malas relaciones entre el comandante griego y Harald, hizo que el ejército se partiera en dos y cada uno buscase su fortuna. Tras la campaña, los griegos regresaron a Constantinopla, aunque algunos de ellos, decidieron quedarse con Harald viendo los buenos resultados que obtenía, y es por eso que prosiguió hacia el oeste, donde asalto más de 80 plazas. Su reputación debía ser para entonces temible, pues muchos de estos castillos se rendían cuando observaban sus estandartes y sus tropas formando los muros de escudos. Parte del botín, era enviado a la Rus de Kiev, ya que para entonces ya planeaba su regreso a Noruega mientras se enriquecía en el norte de África.

 

 

EXPEDICIÓN A SICILIA.



En 1038 Harald comando una expedición a Sicilia con el ánimo de recuperarla para el imperio tras la invasión musulmana en el siglo IX. Aquí, Harald demostró que además de aguerrido era un astuto comandante, pues se encontró con grandes fortificaciones que parecían inexpugnables, pero su ingenio consiguió salvar la situación, llegando a tomar 4 castillos. En la primera, uso como táctica el enviar pájaros que capturaba cuando salían de la ciudad a por comida, atándoles a las patas pequeñas mechas que incendiaban los tejados de paja, en otro cavó un túnel hacia el interior y desde dentro, abrió las puertas. En el tercer castillo, al ver que era inexpugnable, comenzaron a situarse frente a las murallas, pero fuera de tiro de arco, a realizar entrenamientos sin armas. Al cabo de unos días, el enemigo se relajó y en un momento que abrieron la puerta, confiados de que no atacarían al estar desarmados, los varegos se lanzaron al asalto, pues llevaban sus armas escondidas bajo sus mantos. Pero los defensores, viéndolos venir desarmados, se lanzaron al combate contra estos, momento en el que sacaron sus armas y retuvieron a los guardias con la puerta abierta hasta que el grueso del ejército llegó y entró en la ciudad. En el cuarto es donde Harald uso todo su ingenio. Viendo que ninguna de las otras opciones era posible, fingió una enfermedad y posterior fallecimiento, pidiendo sus tropas que fuese enterrado en la iglesia, accediendo los defensores pues debido a la fama de Harald, pensaban que les traería prestigio y peregrinos. Cuando iban a entrar el féretro, sobre el que habían puesto maderos tapados con lonas, los varegos lo soltaron justo debajo de la puerta quedando atrancada, momento en el que las tropas entraron en la ciudad y la tomaron. Sin embargo, tras estas conquistas, Harald tuvo que hacer frente junto con el catepán de Sicilia a una revuelta lombardo-normanda que venció a los ejércitos bizantinos.




 

 

CAÍDA EN DESGRACIA DE HARALD


Tras varios años de campañas, plazas tomadas y casi una veintena de batallas, Harald regresa a Constantinopla en 1041 tras la campaña contra los búlgaros del año anterior, donde se le llegó a apodar Boklgara brennir (devastador de búlgaros). Pero su estancia fue corta, pues partió a una nueva expedición (se debate si fue de escolta a peregrinos o militar) a Palestina, territorio de los fatimíes, donde las ciudades se rendían solo con saber de su presencia, entrando en Jerusalén, donde rezó en el Santo Sepulcro, adoró las reliquias y se baño en el rio Jordán. Tras esto regresó a la capital, donde tras comunicar su deseo de volver a su tierra tras saber que su sobrino Magnus había accedido al trono de Noruega y Dinamarca. Pero esto disgustó a la emperatriz, y tras unas acusaciones, su nuevo marido y emperador, Constantino, lo encarceló. Es aquí donde se narra la intervención de San Olaf, que supuestamente se le apareció diciéndole que le ayudaría. La siguiente noche, una dama a la que San Olaf había curado de una grave enfermedad, le ayudó a escapar con una escalera y una cuerda y tras esto, Harald se dirigió al campamento de sus tropas, las armó, y tomó prisionero a Constantino, sacándole los ojos. Después tomaron varias galeras, sobrepasaron las cadenas que cerraban el estrecho del cuerno de oro haciendo balancear los barcos sobre estas y navegaron hacia Rus a través del mar Negro. Así llegaron a Novgorod en 1045, donde se reencontró con Yaroslav. Gracias a los botines que había ido enviando a Novgorod durante sus campañas en oriente, Harald obtuvo la forma de reclutar un poderoso ejército para conquistar Noruega y Dinamarca, en las que ahora reinaba Magnus el Bueno. Antes de emprender la campaña, Yaroslav le ofreció a su hija, Elisabeta de Kiev, con quien se casó.

 

VUELTA A ESCANDINAVIA.


Tras cruzar el Báltico, llegó a Suecia, donde se encontró con Svein Ulfson, que al igual que Elisabeta, era sobrino del rey Olaf de Suecia. Con él, Harald embarcó un ejército con tropas propias y suecas, y se dirigió a Selandia, actual isla en el estrecho de Dinamarca, donde desembarcó, y comenzó un saqueo por las islas adyacentes. El rey Magnus reunió otro potente ejército para enfrentar a Harald, pero la batalla nuca se produjo, pues se llegó a un acuerdo por el que Harald tomaba posesión de media Noruega a cambio de la mitad de sus riquezas. 




Esto enfadó a Svein, que deseaba realizar una conquista total. La noche en que Svein reprendió a Harald por ello, abandonó la expedición. Cuando Harald fue a dormir, sospechó de las intenciones de Svein, y mandó poner un tronco bajo las sabanas de su cama; al día siguiente un hacha se hallaba clavada en el tronco. Solo dos años después, en 1047, Magnus murió y dejo a Harald como rey de Noruega y Dinamarca. Pero pronto tuvo que hacer frente a su primer escollo, Tras el invierno, Svein, invadió Dinamarca y se proclamó rey. Tras saquear el reino de Svein, Harald fue sorprendido por este cuando navegaba hacia Noruega. La flota Danesa era mucho más numerosa, y viéndose atrapado, Harald ordenó tirar sobre balsas parte del botín, lo que hizo que una parte de los barcos dragones enemigos se desviaran para capturarlo. Después lanzó a los prisioneros, por lo que otra parte se descolgó para socorrerlos y así consiguió escapar hacia Noruega. En la campaña de 1062, la flota de Harald se topó con la de Svein, que poseía el doble de barcos, pero esta vez Harald no quiso huir, entabló una larga batalla en Nisa hasta que consiguió capturar el barco de Svein, que se lanzó por la borda y tuvo que ser rescatado para huir, lo que que hizo resto de la flota se retirara. Después de años de racias, ambos llegaron a un acuerdo y se instauró la paz. Durante su reinado convirtió a Noruega en potencia con mano dura, fundó Oslo y conquistó las islas de Shetlan, Orcadas e Híbridas.

 

 

 ÚLTIMO VIAJE


La muerte del rey de Inglaterra Eduardo el Confesor en 1066 vino precedida de un conflicto a tres bandas, pues la asamblea de nobles, la Witanemont, nombró rey al duque Haroldo Godwinson. Harald, reclamó el trono debido a un acuerdo previo de Magnus por el que se le debía nombrar rey de Inglaterra a la muerte de Eduardo. Además, en el ducado de Normandáa, Guillermo también reclamó el trono y se desencadenó una guerra entre los tres por la corona inglesa. El hermano de Haroldo Godwinson, Tostig, no contento tampoco con el nombramiento de su hermano, comenzó una campaña de saqueos de la costa inglesa desde su exilio en Flandes, pero tras ser rechazado, contactó con Harald para acabar de persuadirle de invadir la isla.

En Septiembre de ese mismo año, Harald y Tostig desembarcan en el norte de Inglaterra, vencen a los condes de Mercia y Northumbia y se dirigen hacia Londres. El 25 de Septiembre, y tras haber esperado un ataque de Guillermo desde Normandía que no llegaba, el ejercito del rey inglés sorprende a los noruegos en Stamford Bridgetras después de una rápida marcha desde Londres y tras una encarnizada batalla, que solo se decidió por una hábil estrategia inglesa, el legendario Harald Hardrada encontró la muerte por una flecha enemiga, siendo considerado el último vikingo.

 

 

 

 Muerte de Harald en Stamford Bridge.

 

 

 

José Antonio Olmos Gracia.



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Bibliografía

-          Crónica anglosajona.

-         The Battle of Stamford Bridge By Geoff Boxell

          -         Sturluson, Snorri. Heimskringla: History of the Kings of Norway

          -         Blondal, Sigfus with Benedikz, Benedikt S. (ed.) (2007) The Varangians of Byzantium

 

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