LA UNIÓN DE KALMAR



 A finales de la Edad Media las monarquías orientales y del Norte de Europa estaban menos evolucionadas que el resto y por tanto se veían amenazas por el resto. Para afrontar estas amenazas, los reinos antaño temibles por sus incursiones normandas que ahora poseían una organización arcaica al haber experimentado una feudalización tardía, ahora se estaban amenazados por otros poderes, en concreto por la Liga Hanseática de ciudades del Báltico que monopolizaba el comercio  y era capaz de imponer sus intereses por la fuerza. Para hacer frente a esto, las monarquías escandinavas decidieron unirse entre ellas y en primer lugar Noruega y Suecia se unieron a principios del siglo XIV, siguiendo el mismo camino Dinamarca a finales del mismo, nadie dos así la Unión de Kalmar. Sin embargo pronto surgieron problemas, por un lado la Hansa comenzaron a boicotear la unión y por otro, el protagonismo de Dinamarca que fue la gran beneficiada hizo que surgieran los recelos de los suecos, que tras varias revueltas, salieron de la Alianza a principios del siglo XVI con la dinastía Vasa. En cambio, Noruega y Dinamarca permanecerían Unidas hasta principios del siglo XIX. Esta unión confirió cierta estabilidad en comparación con otros reinos Orientales que vieron como caían sus dinastías centenarias como los premíslidas en Bohemia, los piast en Polonia o los arpad en Hungría, donde se impondrán familias reales extranjeras y la influencia alemana penetrará en esos territorios.   




José Antonio Olmos Gracia. 


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